La Tricolor tuvo un 2020 peculiar. Inició sin técnico oficial, tras la destitución de Hernán Darío Gómez, y con la promesa de un proyecto que revolucionaría al fútbol ecuatoriano. Esto vino de la mano del español Antonio Cordón, como director deportivo; y del holandés Jordi Cruyff, como seleccionador.

El hijo del mítico futbolista Johan Cruyff, que fue presentado el 13 de enero en un llamativo evento en la Casa de la Selección, llegó con poca experiencia en el banquillo, pero con el membrete de impregnar un estilo europeo al combinado nacional.

Sus constantes viajes a España, donde reside, y el hecho de firmar para ser comentarista en programas de radio y portales de ese país hicieron que inicien las críticas sobre su trabajo.

La pandemia provocó que se retrase el arranque de las eliminatorias a Catar 2022, su meta, por lo que decidió nuevamente ir a Barcelona, con apenas cortas visitas a equipos y presenciando algunos juegos de la LigaPro. 

El largo teletrabajo y su negativa de regresar en la fecha pactada, tras conocer sobre la renuncia de Cordón, hizo que su paso por Ecuador termine tal como empezó, con mucha expectativa, pero sin resultados.

En medio de la incertidumbre que vivía la Federación Ecuatoriana de Fútbol por la pugna por la presidencia, llegó el argentino Gustavo Alfaro, el 7 de septiembre, quien pese a no tener experiencia en selecciones hizo renacer a la Tri y la ilusión de los hinchas para llegar a un cuarto Mundial.

Una derrota por 1-0, en el estreno, visitando a la Argentina de Messi, y tres triunfos consecutivos pusieron al ‘equipo de todos’ como la revelación de las eliminatorias.

“Tenemos ilusión que algo bueno está por venir. Junto a los jugadores buscaremos seguir dando alegrías a la afición. Seguiremos luchando para atrapar el gran sueño que todos tenemos”, afirmó Alfaro, quien con un discurso positivo y de unión, busca mantener el buen paso cuando se reinicie el camino a Catar, en marzo.