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Patricio Holguín, del fondo del mar, a lo alto del volcán Chimborazo
El deportista ecuatoriano vuelve a dejar un mensaje de valentía de las personas con discapacidad. Un segundo proyecto marca el camino
De bucear en Galápagos, hasta subir el Chimborazo. Patricio Holguín cumplió la segunda edición de su reto ´Bicibilizando´, con el que busca promover la actividad física y reivindicar la discapacidad, de que los limites no tienen espacio en su mente, por más que hace diecisiete años su vida dio un giro radical al sufrir una lesión medular tras un accidente de motocross. Y es que ni su cuerpo, ni su espíritu han querido quedarse quietos y su esfuerzo resulta inspirador.
Con 56 años, el quiteño ya había llevado a cabo un primer proyecto deportivo que consistió en recorrer el Ecuador de norte a sur; desde la frontera con Colombia al límite con Perú, y de este a oeste; de Puyo a Guayaquil. Aquel primer desafío lo realizó con su amigo Esteban Ortíz y todo se registró en video para el documental ‘Bicibilizando', renacer más fuertes’ que se emitió y sigue disponible en la plataforma DGO.
“La primera vez, en la pandemia, empezamos con Esteban a entrenar desde casa en línea con unos simuladores. Nuestro pedaleo era simultáneo con las manos; así entrenábamos y planeábamos qué haríamos cuando ya podamos salir. Ahí surgió el primer reto”, relata a EXTRA el paraciclista, que se inició en ese deporte en el 2018.
Para entonces ya tenía claro que el deporte era fundamental en su vida, en esa que le tocó aprender tras su accidente. “No sabes hacer nada, ni ir al baño. Es una nueva vida bastante más difícil en la que vas cambiando de chip, aunque lo primero que tienes es la negación y pensar que no quieres vivir; incluso pensamientos muy negativos como me pasó a mí, que llegué a plantearme cómo quitarme la vida. Pero hasta para eso eres dependiente de alguien cuando estás en una silla”, comenta.
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Todo eso cambió cuando tomó su hancycle (bicicleta de mano). Se sabía fuerte, independiente y con una fortaleza mental para lograr cosas importantes; de ahí que el primer proyecto lo dejó ´picado´ de algo más y decidió lanzarse al siguiente en solitario, agregándole más complejidad. Esta vez yendo del fondo del mar, a lo alto del Chimborazo.
La travesía
Este año incluyó Galápagos y otros deportes de aventura, como el kayak, que le sirvió para cruzar el Canal de Itabaca (entre las islas Baltra y Santa Cruz). Si bien casi un kilometro podría sonar sencillo, para Patricio no lo era, ya que no posee control de su tronco. “Tu me quitas el espaldar de la silla y yo me voy para atrás”, lo describe él. Aún así las prácticas que realizó en el Lago San Pablo le resultaron fructíferas y pudo cruzar el mar con éxito el último 21 de agosto pasado.
Tras ese cruce, lo esperaron 40 kilómetros hasta Santa Cruz, los cuales realizó con algunos amigos que viajaron para acompañarlo y con deportistas de las islas. El final fue emotivo al ser recibido por la alcaldesa de Santa Cruz, mientras que Patricio junto a sus auspiciantes donaron una handbike para Jorge Herrera, atleta paralímpico.
Al día siguiente, como parte del último reto en Galápagos, hizo una sesión de buceo para tocar el fondo del mar, a veinte metros de profundidad. Para ello, debió conseguir una certificación de buceo y cumplir las horas de teoría y práctica exigidas. Así cerro las primeras tres etapas y emprendió hacía el continente para la segunda parte del reto: desde Babahoyo hasta el refugio del volcán Chimborazo en handcycle.
Los 169 kilómetros de recorrido los cumplió en cuatro etapas que concluyó la semana pasada con la llegada al refugio del Chimborazo a 4883 metros de altura. En la última etapa, la del ascenso más complicado, tuvo la compañía de Sebastian ´Zuko´ Carrasco, amigo quien pedaleó a su lado los casi 500 metros de pura montaña.
De la queja al agradecimiento
A decir de Patricio, la alegría de haber concluido el reto para el que estuvo preparándose durante un año, y en el que se convirtió también en su propio manager para gestionar auspicios, solo tendrá sentido si su mensaje llega a más personas. Para él no es solo una satisfacción individual, se trata de cambiar el pensamiento de la mayoría.
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“No se aplica solo a personas con discapacidad, sino para todo el mundo. Pasar de la queja al agradecimiento, porque yo me siento que puedo hacer todo, y he podido, porque las limitaciones no están en la parte física, sino en la cabeza”, reflexiona.
Este reto, según dice, se pensó para describir una vida de superación. “El mensaje de esto es porque cuando yo tuve mi accidente toqué fondo, pero cuando decidí aceptar mi realidad yo pude renacer más fuerte y tomar camino hacía la cima y ese camino lo estoy disfrutando”.
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