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La marchista nacional Johanna Ordóñez ya entrena en espacios públicos.Cortesía

Johanna Ordóñez marcha a paso firme a las Olimpiadas

La cuencana se dedica de lleno al deporte, gracias a que recibe un ingreso mensual. En diciembre deberá retomar su búsqueda por un cupo olímpico.

Dejó el deporte por cuatro años debido a una fuerte crisis económica, pero su regreso fue fructífero. La marchista olímpica Johanna Ordóñez pudo retomar su carrera deportiva gracias a que se cumplió uno de sus mayores anhelos: poder vivir de ella.

Antes de ‘colgar los botines’, la cuencana de 32 años había debutado en unos Juegos Olímpicos, en Beijing 2008. “Casi no había apoyo para el deportista y los costos de entrenamiento y participación eran muy altos. Para ese tiempo yo ya estaba casada, tenía una hija y esperaba a la segunda, así que decidimos migrar a Estados Unidos”, comentó.

Fue así como, de 2011 a 2015, Ordóñez renunció a su sueño deportivo, que había empezado a forjar desde que tenía 12 años, en su búsqueda de mejores días. En el país norteamericano se dedicó al trabajo del hogar, a cuidar de sus dos pequeñas, Samantha y Tiffany, mientras que su esposo generaba los ingresos económicos como empleado en una fábrica.

“Se vivía mucha soledad. Allá no tenía a mi familia que me vea a las niñas, solo éramos mi esposo y yo”. Pero, al volver a su natal Cuenca, Ordóñez pudo formar parte del Plan de Alto Rendimiento de la Secretaría del Deporte, con lo que recibe un ingreso fijo mensual que le permite dedicarse de lleno a su entrenamiento.

Y fue así como, en 2017, logró la medalla de bronce en el Sudamericano de Atletismo en Paraguay. Un año más tarde quedó sexta en el Mundial de China por los 50 km, luego fue vicecampeona panamericana en México y, para finalizar 2019, se quedó con el primer lugar e impuso marca en los Juegos Panamericanos de Lima.

En cuarentena

El encierro le causó más de un desajuste en su rutina. La cuencana tenía previsto competir en el Mundial de Marcha de Bielorrusia el 2 y 3 de mayo y, tres semanas después, en el Challenge La Coruña, donde buscaría la marca en los 20 km para clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio.

“Nos han informado que en diciembre se retomarán las pruebas para volver a buscar las clasificaciones y las marcas. Es complicado, porque en estos tres meses casi no se ha podido entrenar y, hasta recuperar la forma física, ya no quedará mucho tiempo para prepararse para los torneos”.

Ordóñez cuenta en su casa con una máquina caminadora, la cual ‘le salvó la cuarentena’. Además, hizo mucho ejercicio con un juego de elásticos y unas pesas que tenía.

Desde hace dos semanas, con el cambio de semáforo en Cuenca, la atleta ya ha podido salir de casa para entrenar al aire libre, aunque, como muchos otros deportistas de élite, ella ha preferido ‘huir’ a sitios alejados y vacíos, para poder correr sin utilizar su mascarilla.

Además de eso, y con una notable mejoría en sus ingresos como deportista, su esposo se convirtió en su asistente técnico. Él es el encargado de tenerle listos los trajes para ejercitarse, el agua, los implementos e, incluso, es quien le toma las fotos. “Decidimos que él deje de trabajar para que me ayude con mi carrera deportiva y es algo muy bueno, porque como familia todos nos colaboramos”, sentenció.