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Alfaro en modo amoroso: "Pondré el alma para que Ecuador esté en Catar"
El entrenador de Ecuador dio una entrevista que está dando la vuelta al mundo. El pana tiene buen verso.
No solo que sabe dirigir, sabe de fútbol. El T de Ecuador, Gustavo Alfaro sabe hablar. Y FIFA.com le hizo una entrevista, donde el argentino muestra todo su amor y trabajo por la Tricolor. Aquí las preguntas más pepas de Alfaro que el jueves 12 de noviembre del 2020, estará enfrentando a Bolivia en La Paz.
Menos de dos meses de trabajo le alcanzaron a Gustavo Alfaro para encender la ilusión de Ecuador de estar en la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022 luego del inicio del clasificatorio sudamericano.
El entrenador argentino, que atraviesa su primera experiencia como seleccionador, elige la mesura. “El desafío es, en este año y medio, hacer realidad esa ilusión”, dice a FIFA.com, en su primera entrevista exclusiva desde que asumió el 26 de agosto.
Alfaro tuvo una corta carrera como mediocampista en Atlético de Rafaela, de 1988 a 1992. Allí comenzó a dirigir algunos meses después de su retiro. Desde entonces, trabajó casi siempre en su país, salvo un breve paso por el fútbol saudí. Además, asistió a los últimos cuatro Mundiales como analista para una cadena de televisión. De todo esto habla con FIFA.com.
¿Cuánto hay de aquel Alfaro jugador en este seleccionador de Ecuador?
Muchísimo. Para empezar, los valores, que no se negocian. Segundo, no conformarme, saber que siempre hay un camino por recorrer. Algo que le digo a mis hijas y a mis futbolistas: está bien tener sueños, pero no se detengan en ellos, salgan a atraparlos. Yo debí tomar decisiones difíciles, pero tuve y tengo la suerte de cumplirlos.
¿Cree que la oportunidad le llega en el momento justo de su carrera?
Tengo 58 años, y, bien o mal, todo me ha costado. Las cosas no se consiguen de la noche a la mañana. A los 34 dirigía en Segunda y pensaba que el próximo paso era Primera, pero un año después dirigía en Tercera. ¡La realidad a veces te rompe la boca y te ubica en tu lugar!
¿Cómo ayudó su rol de analista de televisión en los Mundiales para este presente?
Para mí cubrir un Mundial era hacer un máster. No sólo miraba partidos, hablaba de fútbol, sobre todo con entrenadores. Analizaba conductas y hacía ejercicios:
¿Qué busca tal con esa decisión? ¿Qué haría yo en su lugar?
Examinaba perfiles de técnicos que definían cosas buscando pautas para decir, ‘si un día me toca, quiero hacerlo así’.
¿Hubo alguno de sus clubes previos que le preparó más para este paso?
Desembarcar en una selección fue un proceso de maduración, pero sé que estoy acá por el post Boca. Más de una vez había sonado para un trabajo así, pero al no pasar ciertos filtros, dudaban si tenía el perfil para un vestuario de selección. Boca no es fácil, es una selección diaria, un cuello donde todo confluye. Pasar por ahí te coloca en otro punto de partida, pero no olvido todo lo anterior y lo valoro mucho.
¿Qué le entusiasmó del proyecto de Ecuador?
El potencial. Seguí su desarrollo en juveniles, hay una camada muy buena, así como también un grupo de jugadores interesantes de alrededor de 23 años, pero hay menos entre todos ellos y los Noboa, Domínguez, los Valencia. Entre todos ellos y los Noboa, Domínguez, los Valencia… En el proceso de renovación, si logro darle una impronta del fútbol argentino, sin perder la esencia del jugador ecuatoriano, la selección puede recuperar ese lugar que ocupó seis años atrás, pero también pensar en una etapa de crecimiento a 10 años.
¿Cuál fue su primer desafío al asumir tan cerca de las Eliminatorias?
Combinar la escasez de tiempo de trabajo con la necesidad de resultados, de forjar un perfil de equipo, de grupo. Debía darles la mano a los jugadores y salir a la cancha, buscando que la primera impresión fuera buena, y armar rápido la sociedad con ellos. Sus respuestas fueron excelentes, me hicieron las cosas fáciles. Sentí que me creyeron e intentaron tomar los aportes que les dimos. Perdieron ajustadamente con Argentina y golearon a Uruguay.
¿Qué balance hace del inicio de las Eliminatorias?
Positivo, porque jugamos con dos de las mejores selecciones de Sudamérica. Hicimos buenos partidos, sobre todo con Uruguay. Estamos en una situación expectante que debemos confirmar ahora, sin creérnosla. Ecuador sacó 12 de los primeros 12 en la eliminatoria pasada y no clasificó. El que no conoce su historia, está condenado a repetirla. Nuestro trabajo recién comienza, en esto todos nos llevan ventaja.
El equipo pareció desinhibirse con Uruguay. ¿Qué cambió?
Yo percibí eso en el segundo tiempo con Argentina, hubo otra prestación. Les dije a los jugadores: no les miren la camiseta ni el nombre a los rivales, si no, será difícil competir. Deben despojarse de los prejuicios. Lo mismo que con el tema de la altura.
¿A qué se refiere?
Antes de Uruguay, les recalqué que estaba cansado que digan que el rival es la altura: ‘Demostremos que el rival es quien viste la camiseta, que hay sustentos futbolísticos, no geográficos’. Y vi un equipo suelto, generoso. Para mí tuvieron los tres factores que necesita Ecuador para achicar distancias con rivales de mayor jerarquía.
¿Cuáles son?
El primero, la agresividad bien entendida. Por biotipo, son fuertes, veloces, dinámicos y técnicos, pero la pelota a veces se gana por cómo se disputa. Esto también influye en lo táctico. No deben temer a jugar con la defensa adelantada, lejos de nuestro arco: con su velocidad se recuperan mejor. El segundo es la concentración. Aspiro a que mis jugadores puedan percibir situaciones o espacios para aprovechar en cualquier momento, porque se convierten en detalles decisivos a este nivel. Con Uruguay hicimos dos penales innecesarios por distracciones. Y tercero, la disciplina táctica, entender por qué hacemos cada cosa. El talento es una condición necesaria, pero no suficiente. Los tres factores pueden darnos la impronta de equipo que pretendo.
¿Cómo va a encarar los partidos con Bolivia y Colombia?
Como un todo, pensando cómo quiero arrancar y terminar en Bolivia, y cómo arrancar y terminar en Colombia. Para Bolivia, no ganar sería diluir el trabajo de renovación, es una final y así lo jugarán, deberemos prepararnos mentalmente. Después, Colombia es muy intensa, con una identidad definida más allá de los cambios sutiles entre Pékerman y Queiroz. Además, sabe lo que es ganar en Quito, habrá que ser inteligentes para llevarla al terreno que nos conviene.
¿Qué opina del optimismo temprano que hay en el país?
Ecuador es hoy un puñado de muy buenas intenciones más que un equipo. El desafío, repito, hacer realidad una ilusión. Estoy acá no por el dirigir a una selección, sino para ganar. Por ejemplo,
¿Dónde está escrito que no podemos ganar la próxima Copa América? Con los pies en la tierra, confieso que para mí sería una frustración no jugar el Mundial: pondré el alma para que Ecuador esté en Catar.