Después de ver a la Tri en los partidos de eliminatorias y esa nueva propuesta de cambio y “alivio” que traía la contratación de Gustavo Alfaro, se tenía que dar la renovación de la selección que desesperadamente se buscaba.

Todas las apuestas son por una nueva época de ver buen fútbol, con jugadores comprometidos, con características individuales que sobresalen y un trabajo en equipo. Ese sería el fuerte como para pensar en que por fin la Copa América podía ser un espacio para que Ecuador tenga una presentación digna. Por ahora los tres empates nos tienen en cuartos de final.

Es entendible que jugadores y cuerpo técnico que recién se integran tengan que acoplarse, conocerse, entender el estilo de juego que el DT propone. Es un proceso que lleva tiempo.

Lamentablemente, a nivel de selección ese beneficio no existe porque los tiempos de concentración son cortos y la necesidad de sumar resultados positivos te llevan a clasificar o quedar eliminado. Y es por eso que deben, como una obligación, estar presentes los mejores, es decir, los que atraviesan buen momento futbolístico, aquellos que tengan capacidad de acoplarse a los cambios y sacar su mejor fútbol.

Pero este es un deporte colectivo y si por cualquier razón el trabajo en equipo no funciona, entonces la estantería se cae a pedazos, porque el trabajo en equipo, entiéndase como la buena comunicación, es el corazón del grupo.