Gonzalo Mastriani salió a calentar frente al arco de la general Carlos Muñoz. Alzó las manos y saludó a la hinchada. Era como una premonición de lo que se viviría en el debut de la Sudamericana. Esto pasó 45 minutos antes de que arranque el partido.

El barbón amarillo tuvo una noche inolvidable, al igual que Damián Díaz, Adonis Preciado, Michael Carcelén y Jonathan Perlaza, quienes destrozaron al Montevideo Wanderers.

Al final, Barcelona venció 4-2 ante su público en una jornada de ‘bohemia’, en referencia al apodo del equipo uruguayo. El once del profe Jorge Célico ganó, gustó y goleó.

BUEN PÚBLICO

La hinchada se hizo presente en las populares, el hecho que costaba $ 5 y $ 2,50 fue una buena ‘jugada’ de la dirigencia torera para que se haga presente. Antes del partido, la cancha fue mojada para darle rapidez al juego del Ídolo. Y le sirvió.

Célico no tuvo a Emmanuel Martínez ni a Leonai Souza, pero el entrenador tiene un plantel en el que todos pueden actuar al mismo nivel.

El medio campo con Bruno Piñatares, Carcelén, Preciado y Perlaza no se cansó de generar fútbol y del bueno.

LO GRITARON

Mastriani tenía visto todo, desde dónde iba a festejar hasta dónde se iba a abrazar con sus compañeros. Estaba lleno de fe. Barcelona se prendió desde el arranque.

Mastriani, con cabezazo, se mandó el primer gol en la Copa Sudamericana con la camiseta amarilla. Debut soñado para olvidar la amarga eliminación de la Libertadores.

Y fue el reencuentro del goleador con los hinchas, brincó la valla publicitaria, mientras que los de la Sur Oscura, con bombos y todo, bajaron las gradas para cantar el tanto con el alma frente a frente con Mastriani. Fueron segundos fantásticos de una relación donde el gol une al jugador con los hinchas. Era el minuto 9.

El público seguía festejando cuando Mastriani, dos minutos después, volvió a anotar tras un pase de cabeza de Preciado. Se repetía la historia del festejo, pero ahora hubo tiempo para dedicarle a su familia, que estaba en la parte alta del estadio.

Montevideo Wanderers no sabía lo que pasaba, la gente solo gritaba “Barcelona, Barcelona” y eso fue como motivación para que los uruguayos pongan el 2-1 por intermedio de Hernán Rivero.

Pero el equipo de Célico retomó el ritmo intenso y recuperó del dominio. Díaz tenía el control y la magia.

Carcelén, que se multiplicaba en la cancha, solo le faltó reemplazar en el arco a Javier Burrai, porque estuvo en todas las zonas del campo: como volante, defensa y hasta hizo un gol con la frente para el 3-1.

ASEGURARON

El marcador pudo subir en el segundo tiempo, falta penalti sobre Preciado, pero el Kitu, por hacer una de más en el cobro, picó la pelota y se la regaló al arquero De Arruabarrena.

Pero lo que nadie se imaginó fue la venganza de Díaz. El 10 se mandó un golazo, sí un golazo, fue un olímpico. El golero uruguayo estaba en otra cosa, nadie se dio cuenta de que la bola hizo un quiebre y se fue para adentro. Fue la jugada de la noche, la anotación histórica para el argentino-ecuatoriano.

Entre aplausos salió Díaz y le dio paso para el Loco Cortez

Los charrúas pusieron el 4-2 por intermedio de Mauro Méndez, pero todo estaba liquidado.

Barcelona, en una buena noche, arrancó un sueño que ha sido esquivo durante 20 años que tiene la Sudamericana, el llegar a ser finalista. Por ahora el comienzo ha sido bueno.