Cruzó la línea de llegada, caminó a un costado y se acuclilló para taparse la cara con ambas manos. Aún agitada, a Anahí Suárez el cansancio se le mezcló con las lágrimas al escuchar que los 51 segundos, con 95 centésimas cronometrados en los 400 metros planos del Nacional de Velocidad, Vallas y Relevos, se convertían en nuevo récord local. Era su primera competencia del año.

Suárez explica que “por muy insignificante que parezca” bajar un segundo o siquiera centésimas, para un atleta significa mucho, y en su caso ella lo intentó hacer en el Sudamericano de 2022, pero no lo consiguió. Ahora saldó su cuenta, y por partida doble.

La deportista federada por Concentración Deportiva de Pichincha fue una de las protagonistas del torneo que el fin de semana se disputó en Quito, donde no solo se llevó el oro de los 400 metros con récord nacional, sino que en los 200 metros (su especialidad), también subió al podio con medalla de bronce. Lo curioso de todo es que la deportista tricolor compitió lesionada.

“Fui contra todo pronóstico. El doctor me prohibió competir, me hago responsable por haber desobedecido, ya que tenía un esguince de tobillo de 0,5 centímetros, pero sentía que podía. El dolor no me venció”, confiesa Suárez.

Una de las principales velocistas del país justifica su “rebeldía” en que ha venido trabajando para esto. “Tengo los objetivos claros y si tengo que irme contra todo para lograr lo que quiero, lo haré”, precisó Suárez, quien también recibió la recomendación de su entrenador de no correr los 200 metros donde fue tercera.

“Luego de esto pararé un poco para recuperarme porque estoy por empezar la temporada en Europa que será muy intensa y quiero lograr grandes cosas”, precisó Anahí, cuyo objetivo es bajar la marca a 51 segundos para poder aspirar a clasificar a París 2024.

“Ahora el objetivo es hacer la marca para Juegos Olímpicos y el Mundial. Los 51,95 aún no me sirven, pero estoy muy cerca”, dijo emocionada.