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Gastronomía
Pastelito, un manjar 'guayaco' con toque francés
Yo te lo pruebo escuchó a sus lectores y visitó a Pasteles del Tío, al norte de Guayaquil, donde nos enseñaron más sobre la popular preparación y por qué son tan populares
Si Inglaterra tiene el lomo Wellington, Ecuador tiene los pastelitos de carne. El hojaldre, la masa más importante de la repostería, desde hace 100 años es la protagonista de una preparación que se degusta en todas las esquinas de Guayaquil rellenado con la sazón ‘guayaca’.
El crujir de la masa es la prueba de que está en su punto. La grasa que recubre cada de una de sus capas deja un brillo en los labios. Contundente y delicioso, el pastelito se convirtió en un manjar 'ecuatorianísimo' que se inspiró en técnicas francesas.
“La técnica del pastelito debe ser crocante, le aplasta y la come debe hacer un crunch en la boca, debe ser ligera”, detalla Arturo Moreno, chef especializado en pastelería y panadería.
El gastrónomo explica que la masa es consumida en todos los países de Latinoamérica luego de que los europeos llegaron a la región. La misma fue creada, en el siglo XVII, por la obsesión que tenía el repostero y pintor Claude Gelleé con experimentar con la harina.
El padre de la repostería estiró la pasta, la untó con mantequilla, la dobló y volvió a repetir el ritual. Según registros sobre la historia de la gastronomía, la sorpresa de panaderos pioneros fue inmensa al saber que Gelleé no añadió huevo ni levadura a la mezcla para que se inflara y fuera crocante.
EL HOJALDRE A LO ECUATORIANO
En una tradicional panadería de la capital del Guayas empleando la tradición europea, pero añadiéndole el sabor del país nació el primer pastelito. “Le dieron diferentes formas cambiando de relleno con pollo y carne con salsas. Como es popular y económico todos lo compraban”, agrega Moreno.
Tras su buena aceptación incentivó a que otros lo recrearan por su bajo costo de inversión y alto en recuperación. En un kilo de harina (valor aproximado de $2 en el mercado) salen 40 pastelitos que son vendidos a 50 o 75 centavos.
Las ganancias que daba la preparación, en 2001, motivó a que Alfredo Plúas se subiera a su triciclo y empezara a vender sus pastelitos en las esquinas de la urbe. Sin embargo, 6 años después fallecería dejando su emprendimiento Pasteles el Tío a sus cuatro hijos.
Con ellos a cargo, muy pronto el triciclo se transformó en una carretilla y luego pasaría a ser un local ubicado en la ciudadela Guayaquil mz 21 s 26.
La masa de hojaldre servida en el negocio pareciera ser traída desde la panadería de Gelleé. Tomás Plúas, actual administrador y repostero, asegura que su secreto es la constancia, “aprendí investigando, leyendo y viendo cómo otros lo hacían”, relata.
La popularidad del lugar hace que, desde las 07:00 a 18:00 todos los autos y motos que transitan piten saludando a los empleados. "Nosotros tenemos varios rellenos de carne, camarón pollo, chorizo. Si un cliente quiere uno diferente, nosotros lo hacemos, no hay problema", dice.
Hoy, el negocio se convirtió en un desfile de trajes de ejecutivos y uniformes de construcción. Un punto de encuentro entre diversas personas que, sin conocerse, hablan sobre fútbol o ciclismo mientras se comparten salsas criollas y ají para acompañar a sus pastelitos.