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Crónica

José (nombre protegido) lleva dos décadas escuchando historias de pasajeros. En su taxi nos contó un par.Juan Faustos / EXTRA

Taxista de Guayaquil le cuenta a EXTRA historias ‘lámparas’ sobre sus clientes

Una de ellas es la del veterano 'viagrero', quien vive en la Yoni y cada dos años vuelve al Ecuador para encerrarse con la amante en un hotel. Otro pasajero ‘vicioso’ a la 18 que llegó a su destino, el más allá...

No es sacerdote, pero algunos de sus clientes se confiesan en su carro de color negro que maneja de lunes a sábado. En otros casos no es necesario que ellos ‘canten’, pues Juan, taxista de profesión desde hace dos décadas, se da cuenta solito de las situaciones que se presentan.

“Ojo, yo no soy sapo, solo soy como ustedes, EXTRA, que informan primero y mejor”, manifiesta entre carcajadas el conductor de 50 años, quien revela que la infidelidad en muchas ocasiones ha sido su pasajera.

La que más le impresiona es la de un 1012 (código que significa cliente), de 85 años, a quien le hace varias QSY (carreras), desde el 2013.

El cliente adulto mayor compraba un par de viagras antes del ‘cuerpeo’ (imagen referencial).Pixabay

El octogenario es ecuatoriano, pero reside en Estados Unidos, y cada dos años viene al país para encontrarse con su amante, una mujer de 45 o 50 primaveras.

“Él llegó hace un mes con su primerísima (esposa) de 87 años. Desde entonces, cada ocho días lo llevo a ver a su ‘querida’. Y en esa horita que se topan no juegan naipes, damas chinas o hacen crucigramas… ¡No!, se pegan un ‘delicioso’, rápido, pero se lo pegan”, señala entre risas.

El taxista guayaquileño recoge al adulto mayor en la octava etapa de la Alborada, norte porteño, y lo traslada a un hotel del centro. Su cliente es ‘pelucón’, dice.

Sin embargo, previo al encuentro sexual, lo traslada a una farmacia y el veterano se compra un par de viagras para estar ‘papelito’.

“Por lo general, cuando se va de ‘combate’ es por las noches, allí sí no sé con qué excusa sale de su casa o si la ‘ñora’ se las huele… Lo que sí sé es que no se ven muy seguido, porque él tiene que descansar y reponerse. Pero eso sí, cuando regresa de esos encuentros viene ‘felizote’, es un 1071 (buen cliente)”, narra Juan, quien se define como un 1016 (colaborador) y ‘acolitador’.

El pasajero que llevaba siempre a la 18 tuvo un triste final (referencial).Jimmy Negrete / EXTRA

La carrera al más allá...

Otra historia que recuerda es la de un cliente de unos 50 años, a quien todo el 2019 llevó a la popular 18, el barrio de la tolerancia más añejo de la ciudad.

“Solo lo movilizaba los días sábados, a eso de las nueve a diez de la mañana. Él me decía que prefería las primeras horas de servicio porque no quería estar con ellas cuando ya todo el mundo las había manoseado. Y no le importaba si eran o no pollitas”.

Sostiene que al pasajero lo recogía en su QTH (casa), en Sauces 5, norte porteño. El taxista menciona que cuando él no podía realizar la QSY (carrera), el sujeto llamaba a otro compañero, pero seguía con su rutina sabatina.

“Lo dejaba en ese lugar y después él se iba por su cuenta. En el 2020 no me contestaba las llamadas, seguí insistiendo porque él era fijo en las carreras, hasta que un día contestó su hija y me contó que había fallecido. Yo pensé que fue otra víctima del coronavirus, pero murió de VIH, eso me expresó la chica”, relata apenado.

“Yo le decía que se cuide de las enfermedades de transmisión sexual, pero él no se protegía y tuvo que pagarlo con su propia vida”.

También cuenta que se ha topado con muchos clientes de doble vida, quienes en pandemia salieron a la luz, pues lo llamaban para que llevara comida a un hogar y a otro, donde la ‘segunda’…  

Juan trabaja desde hace 20 años en el taxismo. Labora de manera independiente de lunes a sábado.