Los retoques en la papada, la nariz y la eliminación de arrugas se han vuelto cada vez más comunes entre los hombres, quienes recurren a estos procedimientos para mejorar su apariencia y, con ello, su autoestima. Sin embargo, en Ecuador está surgiendo una tendencia que desafía los tabúes: la cirugía estética genital masculina.

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Estas intervenciones incluyen liposucción de la región púbica, la liberación del ligamento suspensorio del pene (para alargamiento), la escrotoplastia (reducción del tamaño del escroto) y el engrosamiento del miembro viril.

El cirujano plástico Diego Terán, quien realiza estas cirugías en su consultorio de las Torres Médicas del Hospital Metropolitano de Quito, aclara que “uno de los mayores mitos es creer que todos los hombres son candidatos a la cirugía”.

Terán distingue dos tipos de pacientes que consultan por estos procedimientos. El primer grupo está compuesto por hombres con un miembro pequeño, lo que afecta su vida sexual. “Son penes que en erección miden menos de 7 centímetros. También hay casos en los que una acumulación de grasa en la región púbica oculta parcialmente el pene”, explica.

El segundo está formado por hombres con un tamaño de pene normal, e incluso superior al promedio, pero que padecen de una percepción distorsionada y creen tener un micropene.

Debido a esto, Terán refiere a estos pacientes a una valoración psicológica antes de decidir si son aptos para la cirugía. “Lamentablemente, en muchos casos es por la presión social”.

De los 67 pacientes que han consultado a Terán en 2024 para someterse a una cirugía de este tipo, solo 14 han sido finalmente operados, tras un riguroso proceso de evaluación.

El cirujano plástico Yillian Torres, quien atiende en la Clínica del Sol en Manta, realiza únicamente el ensanchamiento del miembro. Según explica, es debido a que la cirugía de alargamiento solo tiene resultados visibles cuando el miembro está en reposo, no en erección.

Sostiene que “con un ensanchamiento, visualmente se nota un mayor tamaño en general, y con eso es suficiente”.

Aclara que los cambios en el grosor no pueden ser drásticos, ya que la cantidad máxima de grasa que se puede inyectar en esa área es de entre 100 y 120 centímetros cúbicos, lo que aumenta la circunferencia entre 1 y 2 centímetros.

Torres también señala que esta modificación “no afecta ni positiva ni negativamente la potencia ni el deseo sexual del paciente”, siendo un procedimiento puramente estético. “Obviamente, toda cirugía estética tiene un trasfondo psicológico, que hará que el paciente mejore su autoestima”.

Pero los ecuatorianos conocen cada vez más sobre esta tendencia. Así lo revela el mismo Torres, quien asegura que efectúa en promedio una cirugía de este tipo a la semana.

“Al principio había más tabú, pero con las redes sociales la gente está más informada. Ni siquiera necesito publicitar el procedimiento, el boca a boca hace que más personas lo conozcan”, dice.

Torres explica que para realizar una faloplastia (cirugía en el pene) de engrosamiento, primero se aplica anestesia conductiva para adormecer la parte inferior del cuerpo, desde el abdomen hacia abajo. Posteriormente, se extrae grasa del abdomen, se procesa y se inyecta bajo la piel del pene, es decir, en el prepucio.

Después de la intervención, el paciente deberá utilizar una prenda elástica durante algunas semanas, para mantener la grasa en su lugar. Y en cuanto al tiempo para volver a tener sexo, aconseja que se debe esperar de 45 a 60 días.

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