Con velas encendidas, ramos, rosarios, estampas, centenares de devotos al Cristo de Consuelo recordaron las estaciones de su Pasión y Muerte. Pero también hubo aquellos que con imágenes especiales que tienen en casa caminaron este Viernes Santo 15 de abril de 2022. Recorrieron con sus cruces en brazos, por sus motivos particulares.

Uno de ellos fue Víctor León, quien desde el Guasmo sur de Guayaquil llegó hasta el templo, de Lizardo García y calle A, con el crucifijo que conserva en su dormitorio. Él acudió para agradecer por la vida.

La devota Carolina Soto, de 41 años, y su familia arribaron desde el Guasmo sur y llevaron su imagen de Cristo crucificado de más 50 centímetros. Ella dijo que ya tiene 21 años participando en la tradicional procesión de la ciudad y cada vez ha portado el crucifijo de madera que conservan en casa.

Aquella representación, que data de hace más de 50 años, fue hecha por su abuelo materno, según contó. Además de unos rosarios, en el crucifijo mostraba dos fotos de su sobrino Cristopher Severino, quien también acudía a la jornada penitencial. Esta vez él no estuvo. “Me lo mataron hace seis meses”, dijo entristecida la devota y con la penitencia entregaba ese dolor.

Caminando despacio, desde el santuario de Cristo del Consuelo salieron los esposos William Parrales y Aura Lainez. Cada uno llevaba sus efigies de Cristo, a través de los cuales reflejaron su devoción, su creencia.

Además de las representaciones de Jesús clavado en la cruz, hubo devotos que llevaron en bustos representado de niño.

La creyente Adela Rúa Sánchez optó por caminar sosteniendo en sus manos una pequeña representación de la Virgen de El Carmen. Además de agradecerle a Dios por la salud, también lo hace a la Santísima Madre. “Ninguno de mis familiares se ha contagiado (de Covid) y por eso agradezco”, resaltó.

Con sus imágenes, que al final del recorrido las alzaron para la bendición, los creyentes reavivaron su fe en las calles, después de dos años interrumpidos por la pandemia.

Decenas de penitentes hicieron romería con diversas imágenes y al final del recorrido las alzaron para que sean bendecidas por el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Cabrera. (IC)

PENITENTES

A Juan Carlos Gómez no le importó si la calzada estaba caliente o fría. Él y su esposa Katiuska Macías recorrieron la procesión sin zapatos, porque le pidieron al Cristo del Consuelo que su hijo, de 2 años, pueda caminar.

El amor que le tiene Juan Morán al Cristo del Consuelo es más grande que su incapacidad, según cuenta. Él, a pesar de que su pierna fue amputada hace nueve años, no ha dejado de ir a la iglesia durante la mañana del Viernes Santo. (MF)