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Sicarios tumbaron puertas de la casa a combazos

La víctima, su esposa y su pequeña hija se escondieron asustados. Asesinos los buscaron y solo a él lo llenaron de plomo, sin piedad.

Los sicarios tumbaron la puerta a combazos para ingresar y cumplir su cometido.
Los sicarios tumbaron la puerta a combazos para ingresar y cumplir su cometido.Cortesía

Su alma se la encomendó a Dios. Jhonny Giuseppe Álava Delgado sabía que no había vuelta atrás y por más que intentó refugiarse dentro de su casa, sus verdugos no le perdonaron la existencia y lo cernieron a balazos.

El suceso ocurrió cerca de las 00:30 de ayer por la vía a Guayaquil, a una cuadra del colegio Soldado Monje. El hombre, de 25 años, rogó, gritó y suplicó que no lo mataran, pero la ‘cuenta ya estaba pagada’ y sus asesinos solo terminaron su ‘trabajito’.

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Álava, quien según la Policía tenía más de seis antecedentes delictivos por robo y tráfico de sustancias ilícitas, recibió al menos 32 disparos y su cuerpo quedó dentro del baño de su casa, donde se refugió para que no lo ‘quebraran’.

Los testigos presenciales de este hecho fueron su esposa y su hija, quienes ya estaban descansando cuando ocurrió el crimen.

La angustiada mujer contó a la policía la escena de terror que vivieron. Explicó que cuando ya estaban descansando, escucharon fuertes golpes en la puerta principal, se asustaron y enseguida buscaron un lugar donde esconderse.

La mujer estaba en shock por los segundos de terror que vivieron, debido a que los antisociales utilizaron combos y objetos pesados (como ‘tumbapuertas’, por ejemplo), para romper la pared de la entrada principal y poder entrar.

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En cuestión de segundos vivieron lo peor de sus vidas. Todos se escondieron en el baño, hasta donde llegaron los gatilleros. La sentencia de muerte ya estaba dada.

En el baño de la vivienda, a la víctima no le quedó de otra que encomendarse a Dios antes de que los cuatro pistoleros vaciaran las armas sobre su humanidad. La policía recogió 32 indicios de balas calibre 9 milímetros.

La angustiada mujer abrazó a su hija, con quien pudo salir ilesa del ataque armado, no así su conviviente, quien quedó sin signos vitales.

Se conoció que Jhonny vivía con su familia en la ciudad de Manta y tenía poco tiempo residiendo en El Empalme, donde pensaban buscar otro estilo de vida, sin imaginarse que la muerte les tenía preparado su destino.