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Quito

Los dueños de locales están listos para cerrar sus negocios en cuanto les avisen que los protestantes están por llegar.Karina Defas

Quito: ¡Entre el miedo y la resignación!

Algunos ya se han acostumbrado a la adrenalina de salir corriendo en cuanto estallan los enfrentamientos. Otros ‘mueren de susto’ cuando ven llegar a los motorizados, es mala señal.

“Vecina, apure que ya vienen. Dicen que demoran media hora”, exclamaba Paola Cartagena, luego de cerrar su local de zapatos, ubicado en la calle Guayaquil, pleno centro de Quito.

Ella apuraba a la dueña de otro local para alcanzar a correr cuando los grupos de protestantes llegaran a la zona, generalmente elegida para los reclamos sociales. “Pasamos todo el día con la puerta a medio abrir. Tampoco hemos vendido nada”, se lamentó mientras terminaba de poner los candados.

Aunque está de acuerdo con el paro nacional, también dijo que es importante que “no se pierda la oportunidad de trabajar y sacar para la comida”. Pero ella y su compañera no fueron las únicas. Farmacias, restaurantes, tiendas de celulares... funcionaron ‘a medio gas’ por el temor de las protestas convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie).

Vendedores informales también se sienten afectados por el paro nacional. También deben salir corriendo.Karina Defas

LO QUE TOCA

Tres días después de iniciada la protesta, en el casco colonial ya nada estaba normal, a pesar de que aún hubo grupos de turistas paseando por los monumentos. El nerviosismo era latente. Hubo falta de clientes en los distintos negocios, incluso en los informales.

Richard Aguavil, un curandero de la nacionalidad tsáchila, pasó sentado casi toda la mañana. “Al día tengo como 20 ventas, hoy ni una”, dijo con pena.

Él pone sus productos naturales en las afueras del museo Numismático y viste con sus ropas tradicionales. “Prefiero mantenerme neutro, solo sé que necesito trabajar”.

Contó que se ha acostumbrado a tomar su mochila y correr para resguardarse de los enfrentamientos.

Lo mismo sucede con Susana Lima, dueña de un local de telas. “Ya me estaba recuperando de la pandemia y ahora esto”, comentó.

Vive cerca, pero varias veces, en los 35 años que tiene su negocio, le ha tocado sortear entre las formaciones policiales, los gases lacrimógenos y las piedras de los manifestantes, aunque para ella: “¡Esto para lo que fue octubre de 2019 no es nada!”.

LOS DAÑOS

Los daños en espacios públicos aún no se contabilizan.CORTESIA

El Municipio de Quito aún no ha contabilizado los daños ocasionados por las protestas. Sí se está tomando nota de las veredas rotas, bolardos vandalizados, grafitis, entre otras cosas.

“Sobre todo las comidas no son rentables si los chicos no están”, dijo Mónica Flores, una vecina.

Ella también está resignada a bajar su puerta y salir corriendo antes de que estalle la batalla campal. Pero el miedo nunca se irá.