SUSCRIBIRME POR $1/ 1 MES

Exclusivo
Actualidad

En Quito: ¡'telarañas eléctricas'!

La cantidad de cables colgados no solo afea a la capital, sino que encierra otros líos.

5ab0cdaa-e318-4da7-87d7-0db00771d4f7
Los 'alambres’ son un peligro para los peatones.Angelo chamba

La estética del barrio San Carlos, en el norte de Quito, ha cambiado con los años, sí. Pero no para bien, según sus habitantes. La cantidad de cables cruzados entre las calles y las viviendas, que han ido apareciendo, lo afean.

No es una problemática solamente de este sector. Hay otros, de norte a sur, que se han visto ‘empañados’ por esas ‘telarañas’ y en donde el soterramiento es solo una utopía.

Marcia Ramírez, una moradora de San Carlos, comenta que los cables en ocasiones llegan hasta el piso. Pero, además de volver antiestético el lugar, hay otra queja: “Los pillos hacen de las suyas”. Se cuelgan y trepan a los patios, toman lo que encuentran y se van.

Residentes indicaron a EXTRA que no conocen a quién acudir para que se resuelva este inconveniente.

Más conflictos

“Es un peligro. Hay cabos sueltos y nadie hace nada. Las empresas de telefonía, cable-operadoras e internet llegan, realizan sus trabajos e instalan nuevos cables. Los antiguos los dejan allí, abultados”, señala Patricio Medina, otro residente.

Explica que el problema se agrava cuando el camión de la basura pasa y arranca los ‘tallarines’, debido a que están a la altura correcta. Eso los mantiene con incertidumbre, pues desconocen si son ‘alambres’ de alta tensión.

“Por las noches se observan luces rojas y no se sabe si los cables se están quemando... y no hay ningún tipo de señalética que indique peligro”, comenta Medina.

Mayra Ramírez, una transeúnte, asegura que estas ‘telarañas’ “ representan un peligro, sobre todo ahora con las fuertes lluvias, lo que puede ocasionar un accidente debido a que los cables se encuentran muy cerca de los puentes peatonales”.

Y la ‘viveza criolla’ no puede faltar. En el sector de Andalucía, en el norte, se ha colocado un ‘toma corriente’ en un poste de alumbrado público. El cable pasa por la vereda, se extiende a más de 20 metros (a vista de todos) y sirve para ‘alimentar’ a un negocio informal con máquinas que imprimen y plastifican documentos.

“Es ilegal y no sabemos dónde denunciar este tipo de casos, sé que hay necesidades en estos tiempos, pero no es para exponer al resto de personas”, dice Sofía Ramos, una habitante de la zona.

Casos como estos se repiten.

CABLES REGADOS EN EL  (33132052)
Moradores dicen que los postes parecen ‘telarañas’ con tantos cables.Angelo chamba

Fin al cableado de postes

Christian Remache, ingeniero industrial, señala que los postes pertenecen a la Empresa Eléctrica Quito (EEQ). En su copa está la alta tensión y en los cables la baja.

Pero los ‘alambres’ que colocan diferentes empresas (telefonía, internet y más) no estarían cumpliendo con el espacio que se les otorga en los postes. Eso provoca que los cabos se aglomeren y eso ha hecho incluso que las pesadas estructuras se inclinen.

El experto en temas urbanísticos y arquitecto, John Dunn, expresa que debe ser parte de la evolución pensar en procesos de soterramiento, dejando de lado el cableado en postes.

Además, comenta que este proceso debe ser realizado en lugares que vayan a ser repavimentados, para evitar un exceso de trabajo y un gasto innecesario de recursos.

Indica que el soterramiento sería un beneficio para las arcas municipales, debido a que las empresas privadas deben pagar un tipo de arriendo al municipio que se mide en metros cuadrados de uso.

“Me parece que es un paisaje bastante arcaico el observar este tipo de cableados, que se asemejan más al siglo pasado que al del presente, y no es digno de una capital”, detalla Dunn.

Falta de potestad

Para Jorge Revelo, jefe de operación y mantenimiento urbano, la Empresa Eléctrica Quito (EEQ) se encarga de garantizar la calidad del servicio a través de mejoras continuas, como el soterramiento de cables eléctricos; sin embargo, para las redes de comunicación no está en la potestad de hacerlo, ya que son arrendadas a las empresas pública y privada y, por tanto, “no tenemos el control ni la administración”.