Jorge tiene miedo de los ‘vacunadores’. Él es un empresario que trabaja en la industria de importaciones y se ha sentido vigilado durante las últimas semanas. También se abrió un local donde oferta los productos que trae y piensa expandirse.

Para proteger su negocio colocó alarmas y cámaras de seguridad; sin embargo, todavía siente que en cualquier momento pueden aparecer los extorsionadores. Ha cotizado guardianía privada, pero asegura que es muy caro contratar celadores.

También ha conversado con la Policía de su sector para que brinden más patrullaje, pero afirma que “sus esfuerzos no llegan a cubrir todos los emprendimientos”.

Por eso decidió seguir un curso de manejo de armas para proteger su trabajo, a su familia y así “sentirme un poco más seguro”.

Ahora, Jorge conoce todos los componentes de una pistola. Y está apto para desarmar y armar una.

Conoce cómo defenderse de un criminal armado que le quiera atacar y sabe cómo reaccionar si un grupo de choros invade su casa o si le quieren robar cuando viaja en su automóvil.

Eso sí, Jorge enfatiza que tras haber aprobado el curso aprendió que se debe respetar el arma de fuego y que esta no puede ser para todos. “Los que la requieran deben estar capacitados. Además, es indispensable que los permisos se den estrictamente a gente preparada”.

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¿Necesidad o prioridad?

Atentados con explosivos, robos violentos, secuestros, crímenes y otros delitos son el ‘pan de cada día’, y parece que los esfuerzos del Gobierno para contrarrestar la problemática no dan resultados.

Desde enero hasta la última semana de mayo, la Unidad Antisecuestro y Extorsión (Unase) registra 2.700 denuncias por extorsión y 114 detenidos por este delito.

Según las estadísticas, se han detenido a 114 personas, un incremento del 58,33 % en el número de aprehendidos, en comparación al mismo periodo del 2022, cuando atraparon a 72 presuntos ‘vacunadores’.

Jorge Loaiza, creador y presidente de la Unidad de Rescate y Seguridad Nacional del Ecuador (Uresna), realiza cursos para personal de seguridad privada, policías y militares. Sin embargo, al ver el crecimiento de los casos de extorsión y robo en el país, decidió promover un curso básico de manejo de armas y protección familiar para la población civil.

Loaiza sirvió en la Legión Española, un ejército élite de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por más de 14 años. Ha realizado misiones en países africanos, árabes y europeos. Combatió contra terroristas y otros ejércitos, estuvo en conflictos bélicos, ha disparado pistolas, metralletas, morteros y hasta fusiles de francotirador.

Cuando volvió al país se percató de que la delincuencia común se había convertido en crimen organizado. “Los ladrones ya no son los típicos que te asaltaban con cuchillos. Ahora van con armas de fuego y atentan contra tu vida”.

Bajo este contexto, Loaiza decidió crear el curso que se desarrolla en una zona rural del Valle de los Chillos, al oriente de la capital. Ha habido tres ediciones de las cuales se han graduado 10 personas, la mayoría, empresarios de Quito y Guayaquil de bajo perfil que tienen miedo de ser secuestrados. “Aprender a usar un arma ya no es una necesidad, se ha convertido en una prioridad”.

Y las cifras confirman dicha realidad. De las 2.700 denuncias de extorsión que recibió la Policía, la provincia del Guayas concentra el 27 % y le sigue Pichincha con el 21 %.

Además, el 24 % de todas las alertas pertenecen a extorsiones periódicas a negocios. En este parámetro ha habido un crecimiento del 15 % en comparación al 2022.

Proteger la vida

El curso de Loaiza va enfocado a personas que podrían ser víctimas de estos delincuentes. Se aprende a disuadir o repeler el ataque de una persona armada. El participante será capaz de reconocer las partes de un arma, defensa personal con la misma e incluso conocer sobre medicina táctica en el caso de sufrir una lesión.

Esteban es uno de los participantes. El hombre, de 39 años, viajó desde Guayaquil a Quito para aprender a usar una pistola. Reconoce que en su ciudad natal la inseguridad se ha descontrolado.

Por dicha razón y para cuidar a su familia decidió entrar al curso. Todavía no sabe si sacar el permiso del porte de armas, pero, por lo menos, dice “ya sé cómo defender a mi familia de un delincuente que me quiera robar”.

Las cifras del ECU 911 muestran que desde enero hasta finales de mayo se registraron 15.949 alertas por robo a nivel nacional.

De estas, la localidad en la que más se reportaron robos fue Santo Domingo de los Tsáchilas con 756 alertas, seguida del cantón Machala, en la provincia de El Oro, con 693.

Sin embargo, al tomar en cuenta los datos por provincia se evidencia que Pichincha es la jurisdicción que globalmente abarca más reportes, con 8.124 alertas. En esta zona se han dado nuevas modalidades de robo. Por ejemplo, en El Trébol, centro de la ciudad, delincuentes aprovechan que el semáforo esté en rojo para atacar a sus víctimas.

Por ejemplo, la noche del 24 de mayo dos sujetos salieron de la quebrada del río Machángara para acercarse a un automóvil azul que estaba detenido. Uno de ellos distrajo al conductor mientras el otro le rompía el vidrio y robaba sus pertenencias. Luego se metieron como ratas a la quebrada.

El curso de Loaiza también ayuda a protegerse en este tipo de situaciones. Es decir, el estudiante aprenderá a defenderse en espacios cerrados como el vehículo o dentro de casa.

No todos pueden disparar

Desde la Secretaría General de Comunicación del Ministerio de Defensa informaron que la autorización de tenencia y porte regulado de armas no se le puede dar a ninguna persona sin cumplir con los requisitos legales. Además, enfatizaron que responde a un plan y varias acciones para fortalecer la seguridad de los ecuatorianos.

Entre los requisitos para obtener la licencia están:

Tener al menos 25 años de edad, presentar el certificado de la prueba psicológica emitido por el Ministerio de Salud Pública, certificado de destreza en el manejo y uso del arma emitido por el Ministerio de Defensa, no haber recibido sentencia ejecutoriada condenatoria por la comisión de un delito, no registrar antecedentes de violencia contra la mujer o miembros del núcleo familiar, entre otros.