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Los cuidados que le brindan los veterinarios hacen que Coraje salga de su cuadro crítico. Se busca a la persona responsable. Angelo Chamba

A perrito lo partieron a machetazos

Un perro apareció herido en un barrio de Calderón, en el norte de Quito. Deambuló en esas condiciones, por lo menos, durante ocho días.

Coraje batalla por su vida. El perrito permanece en una clínica veterinaria luego de la macheteada que recibió. Este can, de aproximadamente siete años, fue encontrado en un hueco por el barrio San Francisco de Calderón, en el norte de Quito.

Camilo Ramírez, director de la Fundación Acción Animal Ecuador, contó que unos niños vieron al perrito mientras jugaban. “Se percataron de que tenía mal olor y luego notaron su condición”.

Fueron con el recado donde una señora. Ella se sorprendió al verlo y decidió amarrarlo para que no escapara. Entretanto, se comunicaron con miembros de la fundación.

“Cuando llegamos vimos que tenía una herida bastante grande en el lomo (cerca de la cadera)”. Era tan grave el corte que seccionó algunos huesos. Luego lo llevaron hasta una clínica del norte de la ciudad para socorrerlo. Ahí pudieron darse cuenta de que no era la única lesión: tenía otras en el cuello.

Las lesiones afectaron la columna y también el pescuezo del animalito.Cortesía

El ataque

Los veterinarios se toparon con otra desagradable sorpresa. En medio de los cortes se había formado una miasis. “Son gusanos que empezaron a comerse la piel”, detalló Héctor Fundora, cirujano principal que atendió a Coraje.

Eso les hizo suponer que el ataque se produjo tiempo atrás. “Por como vino, pensamos que anduvo así durante unos ocho días”, calculó Fundora.

Para salvarlo, los galenos sacaron las larvas e hicieron una limpieza. Quitaron todo el tejido muerto, pero dejaron las heridas abiertas.

Este procedimiento tiene una razón: permitir que la lesión sane desde adentro hacia afuera. Por ello, se le realizan las curaciones diariamente. “Es algo muy doloroso”, por lo que deben tenerlo sedado.

Coraje está tan débil que no puede moverse por sí mismo. Sus cuidadores tienen que cargarlo después de cada revisión. Lo llevan a una jaula, conectado a un suero que lo mantiene hidratado y también con medicación. A pesar de la brutalidad del ataque, el perro podrá caminar normalmente. Además, hablarán con un etólogo para saber si es necesaria atención psicológica.

Ramírez dice que este caso es más complicado que el de Valiente porque no se tienen pistas de su agresor.