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Así fue la matanza en la cancha de fútbol La Isla de Quevedo
Este hecho, según investigadores, tendría relación con la masacre ocurrida en una urbanización de Daule, en la que 5 personas fueron victimadas.
El eco de las balas todavía retumba en los tímpanos de Jinson Zambrano y automáticamente su mente reproduce la escena más sangrienta de su vida: un grupo de futbolistas caen sobre la cancha, como fichas de dominó, impactados por proyectiles de sicarios. ¡La peor pesadilla!
Como presidente de la Asociación de Árbitros Amateur de Quevedo, Jinson ha estado “donde las papas queman”, en canchas donde le han ‘pelado’ machete en medio de ‘pitos’, pero nunca donde criminales, con fusiles, corretean a jugadores, como ocurrió el sábado 4 de febrero en La Isla, ubicada por la Ruta Ecológica en la parroquia San Camilo, donde murieron cinco personas.
Ese día, el árbitro se llevaba el silbato a la boca, en el minuto 19, para terminar el partido entre Somalia y Senegal, por el torneo denominado Mundialito, cuando de una camioneta, que ingresó a la cancha, bajaron unos pistoleros y dispararon contra Wilson Naranjo Peña, quien por más que trató de huir fue acribillado.
Según fuentes policiales, la muerte de Peña tendría relación con los asesinatos ocurridos en una urbanización privada de Daule, donde cinco personas fueron victimadas durante una reunión. Cuatro de ellos fueron velados en Quevedo. Peña sería familiar de uno de ellos.
Las balas alcanzaron a Luis ‘Sapito’ Rizo, quien esa tarde no jugó, debido a que su equipo, Egipto, ya estaba clasificado entre los 24 mejores.
El público se deleitaba con la magia de Sapito con el balón, algunos lo comparaban con Messi por su habilidad, pero también se pegaba unos saltos que dejaba a todos con la boca abierta.
Según otros testigos, Sapito estaba sentado junto a Naranjo, el principal blanco del ataque. Se cayó al intentar correr para salvar su vida, pero fue alcanzado por los tiros.
Uno de los sicarios que iba en el asiento delantero de la camioneta disparó con un fusil por varias ocasiones en la cabeza de Naranjo. Incluso cuando ya se iban, uno de los criminales regresó y lo remató.
Las otras víctimas fueron Bryan Vera y Steven Peña, quienes jugaban en Nueva Zelanda. Aquella tarde solo fueron a ver qué equipos entraban al repechaje, ya que ellos estaban clasificados. Y Víctor Chang, cuñado de Vera, era militar retirado y solo estuvo en el lugar equivocado.
En el sitio quedaron algunos heridos, entre ellos Leonardo Morales, del equipo Costa de Marfil, quien fue alcanzado por los proyectiles en pleno encuentro.
Después de algunos días de silencio y terror, Jinson intenta recuperarse de aquel golpe. Difícilmente las escenas desaparecerán de su mente, pero quiere refugiarse en su pasión, el fútbol, para sanar las heridas que le dejó la matanza.
Julio Villegas Suárez, de 37 años, es un ‘vicioso’ de los partidos en la cancha La Isla. También fue espectador de la matanza. La ‘huesuda’ le respiró en la nuca.
Él estuvo sentado cerca de las víctimas mortales. “Que Dios me los guarde (a su familia)”, soltó tembloroso cuando los sicarios se acercaron
Todos gritaban y nadie tenía dónde refugiarse. “Los sicarios parecían demonios, con sus rostros descubiertos. Fue algo inexplicable”, rememora.