La desgracia parece que se ensañó con Mercy Fajardo, quien en dos años ha perdido a cuatro seres queridos: tres de sus cinco hijos y al padre de ellos.

El primero en fallecer fue su segundo vástago, Alexander Stalin Guerrero Fajardo. Lo asesinaron el 15 de agosto de 2020 al estilo sicariato. Se cree que el móvil del homicidio fue andar con una mujer casada.

El 4 de marzo del 2021 perdió la vida Yuliana Roxana tras una ruptura en su colon que infectó su organismo. Semanas después, el 31 de marzo, murió su padre, Alberto Fortunato Guerrero, producto de una cirrosis (afección al hígado).

Y el pasado 7 de marzo murió su primogénito, Sergio Alberto, debido a un derrame cerebral, mientras descansaba. Residía desde hace tres años en Chile.

“Cuatro desgracias seguidas, pero por lo menos estuve en Ecuador, con ellos. Dios quiso que yo esté aquí, pues viví 21 años en Madrid. En 2019 vine a visitarlos y se inició la pandemia, entonces ya no me pude ir. Perdí mi trabajo, perdí todo”, relata la mujer, de 59 años, quien laboraba limpiando oficinas y viviendas de 05:30 a 23:00.

Otro sufrimiento

Sostiene que fue duro ver el cuerpo de su hijo Sergio cubierto por una sábana, por medio de una videollamada.

No haber estado con él la entristece y desespera, por eso no ha descansado hasta conseguir dinero prestado, todo con tal de repatriar el cadáver de su hijo.

“Allá en el hospital solo podían tener su cuerpo por 72 horas. Averigüé y el gobierno me podía ayudar con la repatriación, pero se demora más o menos un mes. Soy madre, no puedo esperar mucho tiempo y me endeudé. Solo quiero traer a mi muchacho y enterrarlo”, dice entre lágrimas.

Endeudada por amor

Confiesa que ha pedido prestado billete a 11 personas y ha logrado juntar $ 5.500, entre amigos que viven en España, Bélgica y Reino Unido.

“Inicialmente reuní $ 2.600 que envié a Chile, a una funeraria, para que se hicieran cargo del cuerpo de mi hijo. Encima el envío cuesta 200 dólares. El pasado lunes recién envié el resto,  2.100 dólares”, manifiesta Mercy, quien vive en el recinto 5 de Junio, en Milagro.

Ella sigue ‘echando números’, pues la deuda no queda allí. En el cementerio tiene que pagar $ 750 por el alquiler de una bóveda por cuatro años.

Mercy es costurera y a duras penas la venta de su ropa en el campo le alcanza para pagar los servicios básicos y para medio comer.

Debido al monto que adeuda, ha decidido irse a Bélgica, donde vive una hermana, para ‘sacarse la madre’ trabajando y cancelar los valores.

¡Ya para, dolor!

Viajar la pone a pensar, pues ella tiene hipertensión, artrosis y trombosis en sus piernas, pero asevera que eso no le preocupa; lo que la pone a pensar es dejar a sus dos hijas y nietos. En especial a Dora, su hija, quien desde hace 10 años padece de leucemia, para rematar.

El nombre Mercy significa ‘misericordia’ en español, y eso es precisamente lo que ella clama ante Dios, para que le ayude con estas duras pruebas que le han tocado atravesar y poder cubrir las deudas que ha adquirido.