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Le cantaron el cumpleaños a joven asesinado en El Oro
Al sur de Machala, en Nuevo Pilo, cambiaron la música triste por los vallenatos y la fritada que Steven Espinoza había prometido para su ‘santo’.
“Ya veo que este lindo sueño jamás se hará realidad. Yo voy persiguiendo ilusiones, imposibles de alcanzar”, es la parte del vallenato ‘Distintos destinos’, que los amigos de Steven David Espinoza Torres repetían con fervor y devoción para darle el último adiós la tarde del viernes 18 de marzo, misma fecha en la que el joven nació.
Es que para su onomástico número 24, Steven, conocido como Cabeza de perro en el barrio Nuevo Pilo, del sur de Machala, tenía planificado celebrarlo con “chancho, bielas y vallenato”.
Ivis Alvarado, amiga del finado, explicó que ya habían planificado el día desde hace más de un mes, y lo único que querían era cumplir con su último deseo.
Tristemente, tres días antes de esta fecha especial, el martes 15 de marzo, fue asesinado al pie de su casa por dos supuestos gatilleros que a bordo de una moto le ‘pegaron’ al menos siete disparos, dejándolo moribundo en una vereda. En ese momento sus amigos intentaron llevarlo a una clínica, pero ningún taxi quiso trasladarlos hasta ese lugar.
A diferencia de los otros seis fallecidos que fueron asesinados el mismo día en la provincia de El Oro y sepultados entre el miércoles 16 y jueves 17, la familia Espinoza Torres y sus amigos tenían un plan distinto para homenajear a su ser querido. Fueron tres días y dos noches de oraciones, vallenato, pirotecnia, comida y bebida.
A las 00:01 de este viernes 18 se escucharon en todo el sector las bengalas que anunciaban el inicio de esta celebración cargada de amargura, pues el cumpleañero estaba dentro de un frío ataúd y cuyo cuerpo fue embalado para que no se sintiera el olor del cadáver en descomposición.
Al ser un mecánico de motos y formar parte de grupos de ruta, alrededor de 80 motociclistas llegaron al lugar de su velorio.
Doña Fanny Torres, madre del homenajeado, agradeció a cada uno de los ‘panas’ de su hijo, viendo cómo se estacionaban a los lados del altar fúnebre, haciendo una calle de honor.
Mientras tanto, dentro de la casa, los amigos ya estaban haciendo la fritada, escuchando la música colombiana y tomando cervezas, tal cual lo habían previsto, celebrando ‘un año más de vida’ de Cabeza de perro.
Minutos después de las 13:00 llegó el momento de decir adiós. Pero los amigos tenían preparada una escena particular para despedirse de su ‘yunta’. Cargaron el ataúd, lo pusieron sobre dos motocicletas y, en medio de la calle de honor, procedieron a realizar piques y malabares en moto, rodeándolo, mientras que su hermano y madre lloraban inconsolablemente.
Contradictorio a la realidad, un amigo gritó “que viva el cumpleañero”, lo que fue aplaudido por los presentes, mientras colocaron una torta sobre el féretro para cantarle la canción de cumpleaños.
De esta manera terminó el homenaje, para luego trasladarse al cementerio, donde fue sepultado.