Exclusivo
Actualidad

Karina observa la finca donde experimentó hechos paranormales desde 2020.Fotoilustración: Miguel Rodríguez

Mujer dice haber tenido encuentro con el diablo en finca de Quito: pasó en pandemia

Karina Erazo cuenta los eventos paranormales que vivió junto con su familia en una antigua casa, en plena pandemia del Covid-19.

El encuentro de Karina Erazo con el mismísimo diablo ocurrió en 2020, en plena pandemia. Ella y su esposo se habían contagiado de COVID-19. Se refugiaron en una finca familiar situada en Guambi, Tababela, a unos 30 kilómetros de Quito.

Una tarde cualquiera, en el dormitorio, Karina despertó débil por los efectos del virus. Cuando parpadeó, vio de frente a la bestia. “Tenía cachos, dedos largos con garras y su cola le salía desde la espalda... Yo vi al diablo”, recuerda aún con temor.

Cuatro años después, Karina, quiteña de 50 años, revela a EXTRA que aquel terrorífico episodio no fue el único. Después de que el padre de su esposo comprara la propiedad hace medio siglo, ella y su familia visitaban frecuentemente el campo, de lunes a viernes. Sembraban frutillas y se hospedaban -para dormir- en una vieja casona de adobe, con horno de leña y tres dormitorios, que, al parecer, fue construida hace más de 150 años.

Un jueves de hace 28 años, Karina, embarazada de tres meses, descansaba en una de las habitaciones con María, la empleada, mientras su pareja y otros amigos compartían en la sala. De repente, ambas escucharon cómo rechinaban las viejas tablas. El ruido fue empeorando poco a poco.

Segundos después, dentro del mismo dormitorio, oyeron murmullos, caballos cabalgando y carretas rodando. “¡Era como una procesión!”, dice.

Tras sentir que un viento fuerte las rozó, huyeron despavoridas de allí a pedir ayuda. Cuando el esposo y los demás visitantes de la casa acudieron, no hallaron a nadie.

Karina se asustó tanto que nunca más volvió a descansar en aquel cuarto. Así que construyeron un dormitorio contiguo a esa vivienda, donde ella prefería quedarse. Pero la persecución de los entes -diablos, espíritus, fantasmas- estaba lejos de terminar...

Durante la pandemia, Karina vivió el momento más crítico. Cuando vio al diablo, sacudió a su esposo. Él, afectado por el virus, se levantó. Pero la entidad ya se había marchado.

La finca cuenta con una casa vieja de adobe, con horno de leña y tres dormitorios, que, al parecer, fue construida hace más de 150 años.Emerson Rubio

Su padre murió quince días después

Quince días después, su padre falleció a causa del virus. Karina pensó que aquella había sido una señal y que Satanás se había llevado a su padre. Sin embargo, no fue así. Buscó ayuda de un sacerdote católico -religión que profesan-, y éste le dijo que tuviera fe y que alejara esos pensamientos de su mente. No se quedó tranquila.

Años después, la madre de Karina, Yolanda, se mudó a vivir con ella y su familia. A la señora también le empezaron a suceder eventos paranormales, como la vez que, en la misma casa, vio un bulto negro con la forma de una persona en el filo de la cama. Poco después, a la hija (ya más grande) también se le presentó un espectro con las mismas características.

(Te invitamos a leer: Así fueron las últimas horas de Braulio, líder de Mafia 18: alcohol, comida y placer)

Una madrugada, el exnovio de la hija de Karina, Daniel, estaba afuera de la vivienda y decía que había personas que le pegaban. “Él los veía”, recuerda Karina. Pero no había nadie. Él salivaba del miedo. Fue entonces cuando la mujer decidió contactar a una bruja buena, del sur de Quito, quien llegó a la finca ‘encantada’ con otros tres brujos. Llevaban velas, frutas, habanos, pan, y armaron una pamba mesa.

Un grupo de brujos buenos hicieron una 'curación' en la propiedad para alejar a los entes malignos.Emerson Rubio

“Entraron y salieron por las mismas, porque decían que allí había alguien, se referían a espíritus”, explicaron a la familia.

Cuando una casa está abandonada, dijeron los brujos, los entes quieren adueñarse. Pero había una razón. Según Karina, supuestamente en aquella propiedad hay un “tesoro escondido”. Esa sería la atracción de los fantasmas o antiguos pobladores de Tababela.

Los dueños nunca tuvieron intenciones de excavar y encontrarlo. Quedó allí. Pero tras la curación de los brujos, sentencia Karina, el ambiente “dejó de ser tan pesado”.

Actualmente, se levanta una nueva casa de campo donde viven otros parientes. La bendijeron. Y alrededor hay vacas, caballos y sembríos. También está cerca la vivienda de Karina, donde ella habita con sus hijos y esposo. No ha vuelto a presenciar demonios ni fantasmas. Hasta ahora.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!