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Guayaquil: Full humo y cochinadas en parque de Las Acacias
Los ratones, ‘malandros’ y consumidores de drogas son los que más disfrutan del lugar de esparcimiento. Los moradores dicen que la situación empeora en la época invernal. Piden intervención de autoridades.
Al hogar de Elizabeth Aveiga, residente de la cooperativa Assad Bucaram, sector colindante a Las Acacias y a uno de sus parques, le llegan unos invitados bien desagradables.
No es que ella sea ‘mala gente’ y no quiera recibirlos amablemente, sino que tienen orejas puntiagudas, una larga cola y hacen sonidos particulares: sí, son los ratones.
Elizabeth, por su parte, se defiende anticipadamente de cualquier crítica. Dice que no tiene su espacio sucio; de hecho, el interior de su vivienda es un ‘anís’, sino que, frente a su puerta de ingreso, hay un botadero de basura, en el sur de Guayaquil.
“Yo llegué a alquilar aquí hace tres meses y a cada rato veo pasear ratones por la cantidad de desechos que dejan al pie del parque. Yo tengo mi puerta abierta porque tengo la sobrepuerta cerrada y se cruzan a mi casa”, explica.
Ella escucha que el carro recolector de basura recorre el sector todos los días “bien tarde en la noche” y sale a botar sus fundas. Aunque no todos hacen lo mismo que ella y, por lo tanto, la porquería se derrama desde muy temprano, a pesar de que han ubicado carteles en los que sugieren a los vecinos esperar el horario establecido para la recolección.
Pero la cochinada no es solo en los exteriores del parque. Dentro del lugar de recreación hay varios espacios de áreas verdes que están repletos de sobras de alimentos, envoltorios y demás.
“Esto está plagado de basura. Aquí, donde ahora se ven desechos, antes estaban plantados unos árboles como en hilera”, comenta Mónica, residente de una de las cooperativas que rodean el parque.
Mientras paseaban ella y sus dos hijos por el lugar durante una tarde de domingo, aseguraron que “eso no es nada para lo que suele estar en invierno”.
“Aquí la maleza crece bastante porque no le dan mantenimiento, incluso hay un señor medio coloradito que se pone un pantalón camuflado y por él es que el parque está medio rescatable, ahorita. Él se levanta a eso de las 04:00 a limpiar”, afirma Mónica.
Sin embargo, a los residentes como Mónica y a otros extraños del sector que llegan a hacer uso del parque por distracción, la inmundicia no los espanta tanto como la presencia de consumidores de drogas, que se ubican tanto dentro como fuera del perímetro del parque.
Amenazan a moradores
Daniel, padre de una niña de 6 años y dueño de un amigable can llamado Capitán, no le tuvo miedo a un hombre que le quiso aplicar la de ‘sabido’.
“Hace unos días vine como a las 16:00 y encontré a un hombre bien dormido encima de una de las bancas. Lo levanté y le dije que se vaya y él me contestó que no lo molestara porque me iba a sacar un cuchillo. Yo no le tuve miedo porque me di cuenta de que no cargaba ni un lápiz”, comenta el hombre quien visita el parque regularmente porque su pequeña le insiste por ir a jugar.
“Aquí es peligroso. No se puede estar tranquilo cuando uno viene porque pasan y le van robando a uno”, comenta Mónica, quien ha visto cómo los malandrines estiran la mano y agarran lo ajeno.