La dueña de un almacén de repuestos para celulares, quien prefiere no identificarse, cuenta que ha recibido panfletos y llamadas con amenazas de muerte.

Ella y otros comerciantes que trabajan en la calle José María Alemán, mejor conocida como La J, en Solanda, sur de Quito, están consternados luego de que sujetos desconocidos dejaron papeles con el mensaje: “Todo aquel que le copie a los Pica va a quedar como están quedando”.

Estos avisos llegaron dos días después del asesinato del extranjero Néstor Aguilar, un vendedor de tabacos de nacionalidad venezolana, quien fue baleado a plena luz del día el 25 de febrero en La J.

Según las primeras indagaciones de la Policía, el comerciante habría sido parte del grupo delictivo Los Picas, que se dedicaría a delitos como robos y extorsiones.

¿Cuál es el origen de esta guerra criminal?

Dicha organización, según los investigadores, estaba liderada por César Maldonado, un comerciante informal que fue asesinado la noche del 14 de diciembre del año pasado.

Su crimen habría sido ordenado por Patricia Herrera, alias La Patrona, una mujer que supuestamente era la cabecilla de una estructura criminal que se dedicaba a ‘vacunar’ a los vendedores que ocupan los espacios de La J, según la Policía.

Ella y su pareja, Jaime Vilca, alias Flash, fueron baleados la noche del 7 de febrero, a tres metros de la Unidad de Policía Comunitaria de Solanda.

La Patrona era la cuñada de Maldonado y, según la Policía, los crímenes posteriores a su muerte responderían a una venganza que se estaría fraguando desde los parientes de la líder victimada.

El vendedor de tabacos, el cuidador de carros y el venezolano que fue acribillado durante el feriado de carnaval presuntamente cumplían funciones dentro de la estructura criminal de Los Picas. 

¿Cuál es el análisis de una experta en crimen organizado?

La perfiladora criminal Ana Minga explica que la forma en la que han sido cometidos los últimos hechos violentos en esta zona del sur capitalino responderían a una actitud psicopática extrovertida de miembros de una banda organizada, quienes quieren mostrar su poderío ante su rival.

“La intención es que sea lo más terrorífico para sembrar el miedo en la sociedad”, comenta.

Con respecto a la disputa de los grupos familiares que estarían involucrados en esta guerra sangrienta, la experta señala que existen dos componentes: la venganza y el aspecto emocional.

Por una parte, quieren mostrar que no solo asesinaron a una pieza importante del engranaje delictivo de dicha organización, sino que era una parte sensible de una familia.

Minga concluye que estos casos no corresponden a simples clanes delictivos, sino a empresas criminales en las que cada participante tiene su función según el nivel de confianza y parentesco.

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