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Shushufindi: El gimnasio donde los fantasmas hacen ejercicio
El supuesto espectro era flaco, transparente y se le notaban las costillas. Se le apareció sentado sobre un cordel en la llamada ‘hora del Diablo’
Stalin Fuentes considera que la vida fitness es importante para su salud. Sin embargo, hacer ejercicio lo llevó a experimentar un momento paranormal que lo dejó inmóvil y aterrado.
“Lo recuerdo claramente. Fue específicamente hace un año y me encantaba ir al gimnasio después de trabajar en una ferretería”. Su horario solo le daba la oportunidad de entrenarse una hora durante las noches: de ocho a nueve.
Stalin sentía que era muy poco y se animó a completar las rutinas en su casa, en Shushufindi, provincia de Sucumbíos. El joven, de 24 años, se extendía hasta altas horas con sus series y repeticiones. “Siempre lo hacía antes de merendar porque si comía, ya me daba pereza hacer algo después”.
El encuentro paranormal en Shushufindi
Pero una noche de ejercicio, Stalin tuvo su primera y única experiencia fantasmagórica. “Siempre lo hacía en la parte de fuera de mi casa, donde está la lavandería. Y en una ocasión me embalé y entrené hasta la madrugada”.
Eran exactamente las tres de la mañana cuando Stalin fue a bañarse y, en ese momento, la tierra tembló. Creyó que era un terremoto, pero lo descartó porque fue solo un segundo de aquel fenómeno.
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Pero solo él sintió el remezón, por lo que salió corriendo nuevamente a la lavandería y se percató de que sus tres perros miraban atónitos al tendedero. Fue ahí que algo terrorífico se había revelado.
Una imagen con cierto parecido a un humano sentado sobre la cuerda de colgar la ropa. “Era un espectro bastante pálido y muy delgado que hacía que la soga no se doblara. La transparencia permitía ver los huesos de la columna y también de las costillas”, narra este joven influencer.
La conocida hora del Diablo
Aquella figura sentada como un gato sobre el tejado se volteó hacia Stalin cuando los perros hicieron un ruido. “Es algo que no me olvido nunca. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, dejando entrever sus dientes afilados. No tenía párpados ni tampoco cabello. Su rostro era igual de pálido que su cuerpo”.
El miedo era tal que Stalin no pudo moverse. Sus perros ladraron tan fuerte que espantaron al supuesto ser, que saltó a un árbol grande de fruta de sapote y se perdió. El muchacho reaccionó de a poco y se armó de valor. “Mi abuelito me decía que si algo así se me aparecía, yo debía enfrentarlo. Si no lo hacía, ese ser me seguiría el resto de mi vida”.
Al llegar al árbol, no encontró nada. Cuando le contó a sus padres, le dijeron que a esa hora siempre hay apariciones fuera de lo normal, porque se la considera como la hora del diablo.
Harold Hernández, investigador de lo paranormal, explica que la conocida hora del demonio es un némesis mitológico de la hora en que Jesús murió en la cruz. “Según la Biblia, Cristo falleció a las tres de la tarde del año 33 de la era actual. Por eso, la hora del diablo es a las tres de la mañana con treinta y tres minutos”. Además, es un momento que tiene todas las cualidades físicas necesarias para que las apariciones espectrales se hagan presentes: oscuridad y silencio”.
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