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Los padres de Diego lo describieron como un muchacho tranquilo y lleno de sueños. Siempre quiso estudiar en el exterior.GUSTAVO GUAMAN

¡Ecuatoriano cercado en zona de guerra!

Los padres de Diego Moncayo viven días de terror ante la incertidumbre de su regreso. Por ahora se encuentra en la casa de una familia ucraniana. No hay transporte.

A Janneth Mendoza la angustia no la deja en paz desde hace 12 días, pues su único hijo, Diego Moncayo, está en zona de guerra, en el conflicto entre Rusia y Ucrania. No se avizora la forma de rescatarlo.

Por ahora, una familia local lo acogió, pero debido a la situación los alimentos empiezan a escasear. Además, es imposible tomar algún transporte desde Shostka, donde se encuentra por el momento, a cualquier otra ciudad. Están cercados.

La odisea empezó el 25 de febrero. En cuanto estallaron los ataques militares de Rusia, Diego buscó la forma de salir de Kiev, la capital ucraniana, hacia Lviv, pero en la confusión y la presión de evacuar a la gente de allí los trenes no fueron a los destinos esperados, según Janneth.

“Mi hijo compró un pasaje a Lviv, pero los dejaron en Sumy a la una de la madrugada”, comenta.

Él, que no ha dejado de comunicarse con sus padres, le preguntó qué hacer. “Le dije que solo busque refugio, que en la noche no lograría nada”, relata.

Diego y otros tres amigos ucranianos lograron guarecer en una escuela de la localidad hasta que amaneciera.

LOS ATAQUES

Pero Sumy es una ciudad fronteriza con Rusia y donde precisamente empezó la arremetida militar. La mañana del 26 de febrero el ecuatoriano y sus amigos estuvieron en el cruce de balas.

“Tuvieron que esconderse, corrieron, vieron cómo algunos no sobrevivieron”, comenta Raúl Moncayo, su padre.

Diego les contó que una de sus amigas no podía parar de llorar, que lo que vieron fue demasiado fuerte. “Aún así él es quien nos da más valor y entereza”, comenta Raúl.

Creyeron que pasaría lo peor hasta que lograron identificar a las tropas ucranianas y se acercaron a ellas. Ese día el enfrentamiento lo ganaron los tanques locales. Se salvaron.

Sin embargo, no podían quedarse en ese sitio. Caminaron un poco y se quedaron en Shotska, una ciudad ubicada a tan solo 64 kilómetros de la frontera con Rusia.

Allí hay una tensa calma por ahora, pero están desconectados del resto del país. “No es posible tomar el tren o un bus”, cuenta Janneth.

Aun así el joven, que estudiaba filología desde hace más de dos años en ese país, intentó caminar, pero en cuanto salió vio que los caminos estaban llenos de tanques de guerra.

Diego estudiaba filología en Kiev, capital de Ucrania.CORTESÍA

LAS ESPERANZAS

A pesar de la fortaleza que Diego ha mostrado durante los últimos días sus padres sienten que la situación lo está afectando. “Tiene pesadillas y ya no come bien”, dice Raúl.

Esto a pesar de que la Cruz Roja le ha dando acompañamiento psicológico vía telefónica. Ayer, por ejemplo, les pidió a sus padres que no le pactaran entrevistas. “Hoy no, quizá mañana”, les dijo.

La Cancillería ecuatoriana está al tanto del caso y, según la familia, han recibido atención de la entidad, aunque todavía no se sabe cómo lo van a rescatar.

“Nos han dicho que es un caso prioritario. Pero es probable que no nos digan cuándo ni cómo lo sacarán porque es un tema delicado”, agrega Raúl.

Ellos están conscientes de que se trata de una guerra, que las circunstancias son difíciles y que el regreso no será muy pronto. “No hacemos planes, hasta hemos barajado los peores escenarios, pero preferimos mantenernos en lo positivo”, dice Janneth.