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Doña Veneno, acusada de matar a sus hijos, recibió otra sentencia por el crimen de un hombre, en Quito
La mujer no solo purgará prisión por el asesinato de sus hijos, sino por la tercera víctima que fue hallada en la escena del crimen en 2020.
Los procesos en contra de Lissa María Caiza, conocida como Doña Veneno, están lejos de terminarse. La mujer no solo fue acusada y sentenciada a 34 años de prisión por asesinar a sus dos hijos, en Pifo, al nororiente de Quito, sino que pagará ‘cana’ por otro crimen.
Ella fue señalada como la autora directa del fallecimiento de Jaime Yanchaguano, quien fue hallado en la misma casa en la que murieron los menores de edad, el 27 de octubre de 2020. La nueva condena que se le impuso fue de 22 años de prisión en la audiencia de juzgamiento que se realizó durante esta semana.
Valeria Mena, abogada de la familia de Yanchaguano, explicó que la defensa de la mujer decía que no existían los elementos suficientes para castigarla por el delito de asesinato. “Sin embargo, la investigación realizada por los tres agentes de la Dinased encargados demostró lo contrario”.
Uno de los alegatos que mantenía la defensa de Caiza era que nunca existió un testigo directo que viera el crimen. Aunque en las pericias se hallaron huellas dactilares en la escena en la que estaba Yanchaguano.
La confesión
La víctima apareció debajo de un lavabo. Estaba amordazada y envuelta en sábanas y cobijas. Alrededor de su boca había alambre y tenía el pecho aplastado, según las indagaciones. La causa de la muerte fue por asfixia.
Además, se determinó que dentro de su cuerpo había un veneno. En la etapa de análisis psicológico, ella contó a la perito cómo se dieron los hechos.
“La examinada refiere haber suministrado una sustancia blanca en la comida al ciudadano Jaime Geovanny Yanchaguano”. Según la procesada, quien le dio ese compuesto fue el papá de sus hijos, algo que fue descartado en las pericias.
A criterio de la psicóloga forense, lo que en realidad se quiso hacer fue amedrentar a la familia de la víctima para extorsionarla. Los parientes indicaron que cuando Yanchaguano ya no volvió a casa, habían recibido llamadas y mensajes de texto: les pedían que entregaran 8.000 dólares para no matar a su ser querido.
Pero este supuesto plan se salió de las manos, prosigue la perito. “El asesinato del ciudadano corresponde a un tipo de crimen desorganizado”.
Es decir, la experta determinó que este acto delictivo no tuvo como fin causar daño, pero al final provocó la muerte violenta.
Lo sepultó
Ante esto, Caiza declaró que, al sentirse sola durante el crimen -al insistir en que ese no fue su plan-, ella decidió actuar. Fue en ese momento que tomó el cadáver de Yanchaguano y lo ‘preparó’ para sepultarlo debajo del lavabo.
Una de las declaraciones que se recabaron en el juicio fue la de la dueña de una ferretería que está frente a la casa donde estaban los cuerpos. Ella dijo que Doña Veneno compró cemento y otros materiales en ese negocio. Estos los usó para cubrir los restos.
Al final, ese artilugio se vino abajo cuando los policías llegaron al sitio, el 27 de octubre de 2020, y hallaron los cadáveres de los infantes, por denuncia de los vecinos. Un olor nauseabundo los llevó hasta donde estaba Yanchaguano, cuya familia por fin logró que se hiciera justicia.