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Víctor Hugo, su esposa, hija, una sobrina y su hijo eran velados frente a sus otros parientes.Juan Faustos

Doce muertos en accidente en San Miguel fueron sepultados

Diez de las víctimas fueron enterradas en Guayaquil. En Naranjal les tenían aprecio porque eran solidarios y ayudaron a gente durante la pandemia

Los diez féretros, uno tras otro, ingresaron a la sala de velación de la Junta de Beneficencia la tarde del lunes. Papá, mamá, hijas, sobrinos, tíos... El desfile de ataúdes, sobre todo de los blancos y más pequeños, arrancaban llantos nostálgicos no solo de la familia Quezada, sino de todo un cantón, Naranjal.

Diez, de los 12 fallecidos del accidente de tránsito ocurrido la noche del domingo en la vía El Torneado, en San Miguel, de Bolívar, fueron trasladados hasta Guayaquil para su velación y sepelio, a las 16:00 de ayer. Otras dos víctimas fueron llevadas hasta Milagro.

Luisa Vásquez se ahogaba en llanto detrás de su mascarilla blanca, empapada de lágrimas. No podía hablar, pero temblorosa se levantó de la silla donde se lamentaba por la muerte de sus hijos Víctor Hugo y Leoncio Quezada, sus nietos, nueras y otros familiares, para recibir un homenaje a ellos.

Las doce personas que iban en una furgoneta se accidentaron tras un viaje a Baños que planificaron para despedirse de Ecuador. Ayer, seis de las víctimas debían haber regresado a Estados Unidos, país donde residían desde hace 15 años.

Víctor Hugo, quien murió junto a su esposa Jesenia y su hija Ariana, era sargento primero de Infantería de Marina. Por ello, la sala de velaciones lucía repleta de sus compañeros, con uniformes blancos y de camuflaje. Uno de ellos, Juan Palacios, se acercó a la mamá de los fallecidos para entregarle una esquela de reconocimiento de parte del Batallón de Infantería de Marina No. 20. “Fue un compañero leal, disciplinado y muy valiente”, le dijo a la señora que no paraba de llorar.

La mamá de dos de los fallecidos recibió un homenaje de parte de la Marina.Juan Faustos

Recordó todo el aprecio que los uniformados le tenían y que el hecho dejó consternados a quienes lo conocieron “porque era alguien que se ganaba el aprecio de todos”.

El tío de las víctimas, Guillermo Vásquez, no se despegaba de su hermana ni un segundo. Añadió que, además de todas las cualidades que aquella tarde soltaron para describir a sus parientes, se sumaba el de la solidaridad.

Tanto Víctor Hugo como Leoncio trataron de ayudar a quienes más lo necesitaron en Naranjal, cantón donde nacieron, durante los días más críticos de la pandemia. Además, relató que desde que Leoncio migró a los Estados Unidos, hace aproximadamente 15 años, jamás se desligó de su tierra natal.

Destacó que siempre trataba de traer ropa, o algún detalle para agasajar a grupos familiares en Navidad o días especiales. “Son un par de ángeles que se nos van, por todo lo que ellos eran. Ellos se dejaron querer de todos. Eran tan entregados los dos”, contó el familiar.

Lo iban a despedir

Esto lo corrobora el propio alcalde cantonal, Luigi Rivera. Él fue una de las primeras personas en enterarse del trágico hecho, pues era amigo cercano de las víctimas. Tanto Leoncio como Víctor Hugo fueron sus compañeros de colegio y tenían una amistad cercana desde la adolescencia.

Tanto era el aprecio que le tenían en el cantón que tenían planificado despedir a Leoncio por su viaje a Estados Unidos, en una hora cívica el lunes, pero la muerte hizo que esto se transformara en tres días de luto cantonal.

El burgomaestre contó que quienes tomaron procedimiento del hecho encontraron su contacto en los celulares de las víctimas y le avisaron. Inmediatamente se trasladó hasta el sitio del accidente y hasta Babahoyo donde luego fueron llevados los cadáveres.

“Esto prácticamente acabó con tres familias completas que se han ido y tratamos de ayudar en todo lo que pudimos para la gestión de los cuerpos. Como alcalde, como amigo, como confidente, me duele. Ellos eran muy allegados a mi familia, a mi madre”, dijo el funcionario, que no había dormido desde que se enteró.

Describió a Leoncio como un filántropo que viajó para ayudarlo con una obra en la base naval San Eduardo, la inauguración de una cancha, y pasó junto a su familia la Navidad. “Hoy (el lunes) tenían planificado venir a la hora cívica para despedirlos y darnos un hasta pronto, porque me iba a encontrar con ellos en Estados Unidos”, relató.

Los cuerpos fueron sepultados ayer en el cementerio patrimonial. Familias, amigos y delegados del cantón que los vio nacer también los acompañaron hasta su descanso eterno.