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El hilado de lana de borrego es uno de los atractivos turísticos que empezó a reactivarse en Cuenca, una vez que cambió el semáforo a amarillo.Jaime Marín / EXTRA

Volver a admirar a la Madre Tierra, pero con mascarillas

La capital azuaya reactiva el turismo dentro de la nueva normalidad. Ofrecen visitas en zonas rurales para admirar el labrado de la tierra, el hilado

El labrado de la tierra con el uso de la yunta, el hilado de la lana de borrego, y la artesanía rural forman parte de la herencia ancestral que se pone de manifiesto en las parroquias rurales de Cuenca, como parte de la nueva normalidad que se impone seguir debido a la emergencia sanitaria por la COVID-19.

Son sectores turísticos cercanos al centro urbano y que son la pauta a un proceso de reactivación que intenta sobrevivir en época de pandemia.

Es un proyecto piloto y coordinado entre las juntas parroquiales y la Fundación Municipal Turismo para Cuenca. Las parroquias presentan su interculturalidad mediante visitas programadas y aplicando medidas de bioseguridad.

Los visitantes conocieron sobre el arte de labrar la tierra con el uso de la yunta.Jaime Marín / EXTRA

“Son los quehaceres cotidianos de nosotros, los campesinos”, expresó Blanca Quichimbo, quien mostró la yunta para la preparación de la tierra y las riquezas que produce la Pachamama (Madre Tierra) a un grupo de ciclistas que recorrió 33 kilómetros desde la Cuenca del Yanuncay hasta la parroquia de Sayausí.

Bondades de la Pachamama

Afanosa, Quichimbo mostró a los visitantes -que no eran más de 20-, su huerto con sembríos de hortalizas, fréjol, tomates, ajíes, papas, plantas medicinales y otros productos que desprenden un agradable aroma en el ambiente, que para ella es una bendición.

Varias familias efectuaron una caminata para reconocer los espacios ornamentales de los parques lineales hasta llegar al centro parroquial de Sayausí. Allí fueron recibidos con una ceremonia ancestral de agradecimiento a la Pachamama y sanaciones gratuitas con el uso de flores y plantas medicinales, que lo aprendieron de los abuelos.

En una finca agroecológica en Bellavista, por la orilla del río Culebrillas, los turistas conocieron cómo se crían cuyes. La mayoría de los visitantes afirmó que se trataba de la primera vez de esta cercanía con los quehaceres que ofrece la naturaleza... Este paseo por la ruralidad concluyó con la visita a un taller que elabora figuras de madera y tejido con lana de borrego.

Mascarillas y distanciamiento

Carlos Sánchez y su esposa Natividad fueron los encargados de exhibir las artesanías de la zona. Explicaron de manera general el proceso del hilado de la lana de borrego e ingredientes nativos que se usan para darle color. Elaboran cobijas, bayetas, alforjas y algunas prendas de vestir, como gorras y chompas.

Natividad, de 78 años, asegura que junto a su pareja aprendieron el arte de sus abuelos y lo mantienen por cuarta generación.

Todo se cumplió con el distanciamiento físico respectivo, uso de mascarillas y otras medidas de bioseguridad.

Fue la primera experiencia piloto de turismo en la ruralidad, saliendo en bicicleta y luego compartiendo con los ciudadanos sus labores cotidianas que forman parte de la campaña ‘El primer turista soy yo’.

El objetivo es que el primer visitante, cliente y turista sea el propio cuencano, quien al conocer su ciudad desde lo urbano y lo rural, la reactive siendo el primer consumidor y parte de las actividades organizadas en todo su territorio, para que posteriormente se conviertan en un multiplicador turístico de la urbe.