Alexander Cuascota, acusado de asesinar a cuatro mujeres y violar a otra chica en Cayambe, cantón al norte de Quito, ya habría demostrado sus ínfulas criminales. Un proceso judicial en su contra, que fue iniciado por una parienta suya, mostró cómo este sujeto actuaba con violencia.

Cuascota, quien está detenido para indagar el crimen de una prima suya, de Yomaira Quishpe y de Aracely y su bebé, estuvo a punto de ir preso por golpear a una allegada hace tres años. Según la denuncia a la que EXTRA accedió, él y un hermano llegaron hasta una vivienda donde estaba la afectada para destruir un cerramiento.

El problema se dio porque la denunciante vivía en un inmueble del que Alexander Cuascota y su ñaño aducían ser los dueños. La allegada de los procesados declaró que ambos la golpearon e incluso agredieron a su hijo menor de edad.

“Intentamos grabar un video, pero ellos destruyeron mi teléfono”, dijo la señora. Sin embargo, tiempo después llegaron a un acuerdo conciliatorio y ninguno fue a la cárcel.

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Patrones repetitivos en los crímenes de Cayambe

Tres años después de este proceso, Cuascota siguió burlando a la justicia. En abril de este 2024 lo apresaron porque supuestamente violó a una joven. Un mes más tarde salió libre y en junio habría asesinado a Yomaira Quishpe.

Dos meses más tarde habría victimado a su prima, según Fiscalía, pero ese proceso no está registrado en la Judicatura. Ya en noviembre, las últimas víctimas fueron Aracely, de 17 años, y su bebé.

En estos tres últimos crímenes, Cuascota incluso habría extorsionado a parientes de las víctimas, con la promesa de liberarlas y no hacerles daño, pese a que ya estaban muertas. Además, todas fueron estranguladas.

Andrés García, psicólogo clínico forense y criminal y docente universitario, conoció del caso y concluyó que Cuascota ejecutó los crímenes con patrones repetitivos: asfixia y posterior extorsión. “Esto sugiere que estamos ante una persona con una marcada insensibilidad emocional y ausencia de empatía”.

Además concluyó que existió una cosificación de las víctimas, lo que coincide con características psicopáticas como la manipulación y la frialdad. Así también, hubo ausencia de remordimiento.

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Los rasgos de un asesino serial

Alexandra Mantilla, perfiladora de criminales, indicó que el caso revela también que el sujeto tiene una psicopatía relacionada a un agresor sexual. “Cada vez que atacó a una víctima, la debió agredir sexualmente. Estaríamos frente a un asesino serial”.

Esto último lo dijo por la periodicidad con la que se cometieron los tres crímenes. Pero se tiene que investigar si en su historial Cuascota tendría más víctimas, considerando el poco tiempo en el que ocurrieron los últimos asesinatos de las mujeres en Cayambe.

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