Para Kenny García, ha sido una suerte haber ubicado su restaurante en el barrio Los Andes, en la calle Cononaco, sur de Quito. Sin saberlo, ella está en una zona en la que no hay cortes energéticos porque queda cerca de un dispensario médico.

“Cuando comenzó la crisis, nos explicaron que en el sector no se iría la luz y pude respirar tranquila”, comentó García, de 43 años, cuyo negocio depende muchísimo de la electricidad. Esa ventaja le ha permitido mantener su negocio en pie, el cual también debe funcionar con agua, servicio que de vez en cuando se va.

Cerca del restaurante de esta comerciante hay otro ciudadano ‘de leche’ que aprovecha su situación para laborar hasta los domingos. Su nombre es Ernesto Huilca y tiene un negocio de reparación de celulares, así como de alquiler de computadoras.

“Dando gracias a Dios, no me he visto golpeado por esta crisis que jamás hemos vivido”, contó este comerciante que tiene su local en la avenida Napo. Y Huilca es la muestra de la buena suerte, ya que en esa arteria sí hay apagones, por sectores.

Los semáforos se apagan y hay negocios que sufren por esta medida. “Lo mismo pasa en mi casa. Yo vivo cerca de mi negocio y por suerte no se ha ido la luz ni tampoco el agua”, confirmó. Al igual que García, este trabajador trata de aprovechar cada hora que tiene el servicio para atender a sus clientes.

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