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Su sobrino la empezó a llamar ‘Tía Loca Spiderman’ luego de enterarse de que ella se había colgado del capó de un carro. El hecho se viralizó en redes sociales.Extra

La 'chica araña' vive es de Sauces 9

Guayaquil. ‘Viajó’ unos 60 metros agarrada del capó de un carro por la avenida Antonio Parra Velasco. Arriesgó su vida por defender a su hermano, a quien la conductora le chocó la puerta. Nadie quiso resolver ese ‘pito’.

Desde que se hizo ‘famosa’ en redes sociales, a Gabriela Guerra la conocen como la ‘chica araña’ o 'tía loca Spiderman'. Todo esto por su arriesgada acción al agarrarse del capó de un vehículo que la ‘arrastró’ unas tres cuadras por la avenida Antonio Parra Velasco, en la ciudadela Sauces IX, al norte de Guayaquil.

Gabriela, de 34 años, atendía su heladería la tarde del viernes 3 de marzo. Ella es quien provee económicamente a su hijo Juan Diego, de 13 años, su madre y su mascota.

“Ese día mi hermano me traía crema chantillí. Él se empezó a parquear y, como tiene una camioneta, se tuvo que abrir un poco para maniobrar. La conductora del carro del que yo me colgué, aunque tuvo espacio para seguir su camino, se bajó a reclamarle a él que ‘por qué hacía eso’, pero lo hizo superalterada, le golpeó la puerta del carro de él”, cuenta.

Ella salió del local para detener a la conductora hasta asegurarse que todo estuviera bien con el vehículo de su ñaño, “pero cuando me acerqué a ella, aceleró”.

Así fue la intrépida reacción...

Gabriela se agarró de las plumas del carro, fijó sus manos en la hendija entre el parabrisas y la parte metálica del capó, se prendió como garrapata y encomendó su vida a Dios.

Por su mente, asegura, al momento de tomar esa arriesgada decisión solo pensó en Juan Diego. “Soy su mejor amiga y, aunque sé que con mi familia no le hubiera faltado amor o protección, yo soy su cable a tierra”, comenta la ‘chica araña’ sobre su hijo que este cumplía lunes 6 cumplió 14 años. Este último detalle también hizo que se replanteara la idea de lanzarse del carro en movimiento.

“La gente del sector, que me conocen porque he residido aquí por 30 años, me gritaban: ‘¡lánzate que acá te ayudamos!’, pero yo estaba calculando qué me podía pasar”, mencionó.

Y estas eran sus trágicas alternativas: que la conductora la arrollara y sus extremidades inferiores fueran las más afectadas o que un vehículo pesado la impactara. “Cualquier opción era mala”, mencionó bromeando.

Esos aproximadamente dos minutos sobre el carro fueron eternos. “Yo me asusté cuando vi que ya iba llegando al mercado”. Sin embargo, sus ángeles guardianes, como ella los llamó, aparecieron.

Dos hombres a bordo de una moto observaron el relajo e interceptaron al vehículo. El conductor lanzó su casco sobre el parabrisas. “La mujer paró, pero porque vio que una camioneta de la ATM (Agencia de Tránsito y Movilidad) se acercaba y quería que multaran al de la moto”.

Cuando ella logró poner los pies sobre el pavimento, la conductora le gritó “¡estás loca!”. Gabriela se enojó y asegura que le tocó el rostro.

Sin embargo, este ‘pito’ no se resolvió fácilmente. Los agentes de tránsito no tomaron parte en el inconveniente y pidieron la presencia de la policía. Ambas fueron trasladadas al Cuartel Modelo, debido a que se agredieron.

“Allí dieron vueltas y el fiscal de turno no se quiso hacer cargo del caso y nos derivaron a Tránsito, en el Complejo Judicial de La Florida. Allá, en cambio, dijeron que las dos debíamos ir presas de 15 a 21 días y la otra mujer reaccionó amenazándome. Ella gritó, en frente de policías, que me cuidara porque cuando saliera me iba a sacar la ch...”, reveló.

Gabriela desistió de cualquier acción legal, aunque el médico que la revisó le dio tres días de incapacidad. “Yo ya tenía una lesión previa en una rodilla, pero esto me golpeó y ahora tengo un poco de dolor”.

Ahora afirma sentir un poco de temor porque la mujer con la que se enfrentó “parecía estar descontrolada” y piensa que podría ir a buscarla en cualquier momento.

Sin embargo, nunca más se volvería a colgar de un auto si estuviera en sus manos.

“Fue imprudente lo que hizo. Yo no sé qué pensaba mi mami en ese momento”, acotó Juan Diego.

“Lo hice por defender a mi hermano, es mi sangre y sabía que él no podía con ella porque estaría en desventaja”, justificó ella.

A pesar de la adrenalina y la ‘avalancha’ de emociones, Gabriela agradece a Dios y a sus “ángeles guardianes” por mantenerla a salvo en ese ‘paseíto’ de terror.