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¡Los 'cazabaches' de la capital!

La lluvia es su enemiga, pero cuando sale el sol, esta cuadrilla de nueve hombres sale a recorrer las calles para ‘sellar’ los molestos agujeros.

REBACHEO EN QUITO (33257518)
La gravilla que se coloca debe estar a 140 grados para que se adhiera al asfalto.ANGELO CHAMBA

Nueve hombres con trajes de mezclilla y rayas fosforescentes cierran el tráfico en el Puente del Guambra, norte de Quito. Van a tapar huecos.

Con palas, picos, escobas, una volqueta y un rodillo con 2,5 toneladas de presión, esta cuadrilla ‘caza’ los baches de las calles de la urbe.

“Ya tenemos un cronograma de las vías que necesitan bacheo, pero si vemos que hay más en las aledañas también nos ocupamos”, dice Miguel Amagua, el supervisor.

La volqueta va a la delantera. Bryan Alquinga, atrás, riega la gravilla -material con el que se tapa los baches y cuya temperatura está a 140 grados centígrados- con una pala.

Llevo en esto 10 años, me gusta caminar por las calles sabiendo que hice algo por esta ciudad”. Miguel Amagua, supervisor. 

Los demás van siguiendo la marcha del automotor. Patricio Pilatasig toma una escoba para marcar un cuadrado en el piso y lo rellena con un líquido negro. “Esto se llama imprimir. Ponemos la brea para que se adhiera la capa asfáltica”, relata.

El hombre, de 48 años, labora de ‘tapahuecos’ desde hace 10 años, cuando probó suerte en la Empresa Metropolitana de Obras Públicas (Epmmop), luego de trabajar como albañil.

Luego, a Luis Tarabata le toca palear la gravilla para colocarla sobre el líquido que puso su compañero. “Todos nos rotamos en los roles. Todos sabemos hacer todo”, agrega.

Está cubierto con un gorro de tela y doble mascarilla, esto sumado al potente sol, lo sofoca. Varias veces pasa su mano por su frente para limpiarse el sudor. A ellos les gusta su trabajo, aunque no siempre los tratan bien.

“Nos van insultando porque cerramos las vías”, cuenta.

Entre lo que más escuchan están las frases “¡Vagos, trabajen en la noche!”, “¡Deberían trabajar los fines de semana porque estorban!”.

Luis prefiere no acordarse de dichos agravios porque sabe que son “gajes del oficio”.

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Explicaron cuál es el proceso que realizan.ANGELO CHAMBA

El clima

Ellos no le huyen al sol. Más bien esperan ansiosamente. “Cuando llueve es imposible que se pegue el asfalto. Ahí nos toca parar”, dice el supervisor. Además, el invierno hace que el trabajo de las cuadrillas dure menos y los baches vuelvan a aparecer. “Piensan que no hacemos bien, pero la lluvia no colabora”, continúa Amagua.

Así como en el día, la misma dinámica se realiza en la noche, desde las 20:00, y se extiende hasta las dos de la madrugada. Sin embargo, por los incrementos de casos de COVID-19 inician a las 07:00 y laboran hasta las 19:00.

“Tenemos familias a donde regresar”, dice Luis Tarabata.