Policías que realizaban un patrullaje por la avenida Gaspar de Villarroel, en el norte de Quito, observaron que dos sujetos salieron corriendo de un local de comida rápida para subirse a una motocicleta. 

Detrás de ellos, varias personas gritaban que les habían robado con un arma de fuego y pidieron ayuda a los uniformados. Uno de estos se bajó del patrullero y gritó "¡Alto, policía!". Los sospechosos no hicieron caso y uno de ellos huyó del sitio. 

El otro sacó una pistola de una funda blanca y apuntó al gendarme, quien al verse en peligro hizo dos detonaciones. En ese momento el atacante arrojó el arma de fuego y huyó por la avenida José Manuel Abascal. 

Los agentes persiguieron a los pillos y a uno de ellos lo capturaron a pocas cuadras del lugar donde habían cometido el delito. En cambio, el otro fue aprehendido mientras intentaba esconderse en el ingreso al parqueadero de un edificio. 

Mientras los supuestos delincuentes eran llevados al patrullero para continuar con el trámite legal, los clientes afectados los golpearon y los policías tuvieron que llamar refuerzos para calmar los ánimos de los perjudicados. 

¿Qué evidencia encontraron a los sospechosos?

Cuando se tranquilizaron, los gendarmes revisaron las prendas de los sujetos aprehendidos y encontraron celulares que habían sido robados y dinero en efectivo. Además, se determinó que ambos son extranjeros: uno venezolano y otro colombiano. 

Antes de que se los llevaran a la Unidad de Flagrancia, una mujer se acercó a los policías y entregó un revólver dentro de un funda, el mismo que habría sido utilizado minutos antes por los sospechosos cuando atacaron a los clientes del restaurante. 

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Además, las víctimas del asalto contaron a los policías cómo había sucedido el hecho. Uno cliente comentó que los dos sujetos entraron y se dieron vueltas por el local hasta que uno de ellos sacó un arma de fuego y le apuntó a la cabeza. 

El pillo le habría dicho que le entregara su celular y el de su acompañante. Cuando los afectados les entregaron, el sospechoso les pidió que le dieran las claves para acceder a la información del móvil, pero los clientes se pusieron nerviosos y no se acordaban. 

En ese momento, el atacante les amenazó que los iba a matar si no lo hacían. Mientras tanto, su compinche fue donde el empleado que estaba en la caja registradora y le quitó 80 dólares que era producto de la venta que había hecho las últimas horas. 

Los extranjeros recibieron prisión preventiva y la investigación en su contra por el delito de robo durará 30 días.

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