Cada año, la temporada de Carnaval en Guayaquil genera un debate entre aquellos que defienden la tradición de colocar piscinas en las calles y quienes critican los inconvenientes que estas ocasionan en la movilidad. En el pasado, el Municipio ha tomado medidas para evitar el bloqueo de vías, llegando incluso a pinchar las piscinas que obstaculizan el tránsito. Sin embargo, este 26 de febrero de 2025, el alcalde Aquiles Álvarez marcó una diferencia en su postura sobre el tema durante una entrevista radial.

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Actividades comerciales para Carnaval 2025 en Guayaquil

En su intervención, el primer edil destacó que el Municipio se encuentra desplegando operativos con la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM), dotando a los agentes de 800 bodycams y estableciendo un estricto control vehicular. Además, mencionó que habrá actividades en los malecones y diversas activaciones comerciales para dinamizar la economía local. Sin embargo, al referirse al tema de las piscinas en las calles, Álvarez expresó:

"La verdad que a veces es mejor hacerse el loco ahí, la gente también tiene que disfrutar, pero claro, sin dejar que se convierta esto en una anarquía. Pero, con tanto problema que hay... ¡y sin plata!"

Sus declaraciones sugieren una postura más flexible en comparación con años anteriores, donde las piscinas eran eliminadas de inmediato. Aunque reconoce la necesidad de evitar el caos, también enfatiza la importancia del disfrute ciudadano, especialmente en un contexto económico complicado.

Ocupar los espacios públicos para combatir la delincuencia

Otro punto clave de su discurso fue la relevancia de mantener a la ciudadanía en las calles para evitar que estos espacios sean tomados por la delincuencia. "No podemos encerrarnos, la política criminal manda que tenemos que ocupar los espacios, si los ciudadanos no ocupan los espacios, los ocupan los criminales," afirmó el alcalde, subrayando que el disfrute del espacio público también es una estrategia para reducir la inseguridad.

Las palabras de Álvarez han generado reacciones mixtas. Para algunos ciudadanos, esta postura permite que las familias disfruten del feriado sin una represión excesiva, en especial en barrios donde el acceso a balnearios o piscinas privadas es limitado. Por otro lado, quienes han sido afectados por el cierre de calles critican la falta de medidas más estrictas para evitar el desorden y la obstrucción del tránsito.

El debate sigue abierto: ¿aquellas piscinas en las calles representan una tradición inofensiva o una problemática que debe ser regulada? Lo cierto es que, este año, la alcaldía parece optar por una estrategia de equilibrio entre la tolerancia y el orden.

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