A sus 52 años, Carlos Lucas mantiene intactos los reflejos que fue puliendo desde niño en su natal Bahía de Caráquez, Manabí. Hace 15 años llegó a la capital y mantuvo su pasión por el fútbol. Encontró en los torneos barriales la mejor terapia para dejar atrás la rutina en su trabajo como supervisor en una empresa de seguridad.

El arquero juega actualmente en cuatro ligas, del norte, centro y sur de la capital, en las categorías sénior y máster, y puede llegar a disputar unos seis partidos cada fin de semana. “Con el fútbol salgo de la rutina diaria. Mi familia me apoya porque sabe que esto me gusta mucho”, contó Carlos, quien siempre está junto a su hija Karen, quien le alienta desde la gradas.

Su club más reciente es el Milán, de la liga La Biloxi, al sur de la urbe. Llegó como refuerzo y obtuvo el campeonato de la Segunda Categoría. “La clave es el juego en equipo. Este es un título especial, me trajeron como refuerzo y no los defraudé”, contó el guardameta.

Resaltó que un buen golero tiene una gran visión y siempre debe mantenerse ágil. Y lo demostró en la final ante El Nacional, en la que ahogó los gritos de gol de sus rivales.

Lucas dijo que su buen estado físico se lo debe al fútbol, y aconsejó a los jóvenes “practicar cualquier deporte, eso les ayudará a estar lejos de los vicios”. Tras ganar la estrella en La Biloxi, no tuvo mucho tiempo para festejar, ya que le esperaban más retos con los equipos que confían en su experiencia y talento bajo los tres palos.