La salud mental es un tesoro que merece ser cuidado a cualquier edad. Detrás de las sonrisas de nuestros abuelos puede esconderse una profunda tristeza, marcada por la pérdida de seres queridos o por la soledad de los hijos que ‘vuelan del nido’. Amor y comprensión familiar alivia este sufrimiento, dice una experta.

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A sus 76 años, la psicóloga clínica Laura Monserrate vivió en carne propia la soledad tras el matrimonio de sus hijos. Incluso, tomó terapia por el apego que sentía, aceptando que “uno tiene apegado al hijo y no lo suelta”.

Este tipo de situaciones refleja el deterioro de la salud mental en los abuelitos. Sin embargo, Monserrate enfatiza que los abuelos deben comprender que la familia de sus hijos es otra historia. “Deben aceptar que todo ha cambiado, que necesitan nuevos intereses y no involucrarse demasiado en la nueva vida de sus hijos”, aconseja.

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Los familiares también juegan un papel crucial en la paz mental de sus mayores. Monserrate observa que muchos de sus pacientes de la tercera edad se sienten tristes porque en fiestas familiares se los ignora o incluso se los menosprecia. “Piensan que el viejo ya no sirve”, lamenta.

Este comportamiento, que muchos creen un mito, es una realidad para muchos adultos mayores. “No es que hayan dejado de ser útiles y se hayan convertido en un adorno, como un cuadro en la sala. No se dan cuenta de que lo que hacen a sus padres también se lo harán a ellos”, advierte.

La especialista subraya que la principal causa del deterioro cognitivo en ellos es el rechazo familiar. Esto puede llevar a alucinaciones, ya que, en su experiencia, los abuelos se refugian en los recuerdos de quienes ya no están.

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