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La violencia que se originó dentro de la Penitenciaría del Litoral se ha trasladado a las calles, provocando un aumento de muertes violentas en la comunidad.EXTRA

¿Quiénes son los Freddy Krueger y los Duendes, la banda que aterroriza Guayaquil?

La masacre de noviembre de 2024 en la ‘Peni’ marcó un punto de quiebre en la violencia del suburbio. En el distrito Portete los crímenes se duplicaron

El 12 de noviembre de 2024 marcó un antes y un después para los habitantes del suburbio de Guayaquil. Ese día, una masacre en el Centro de Rehabilitación Social de Varones de Guayaquil dejó 17 reclusos asesinados, consolidando la presencia de dos grupos criminales emergentes: los Freddy Krueger y los Duendes. Estas bandas, hasta entonces poco conocidas, se disputaban el control del microtráfico en el distrito Portete, una de las zonas más violentas de la ciudad.

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Desde aquel episodio, la violencia se intensificó en este sector, sembrando el miedo entre los moradores y alterando su cotidianidad. Entre el 1 de enero y el 14 de febrero de 2025, Portete registró 44 homicidios, 23 más que en el mismo período del año pasado, posicionándose entre los cuatro distritos más violentos de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón).

Terror en La Chala

Maribel Andrade, residente de La Chala desde hace décadas, ha sido testigo del deterioro progresivo de su barrio. La aparición de los Freddy Krueger, liderados por Jhon Steven Navarrete Quiroga, alias Cuyuyui, ha transformado la rutina de los vecinos en un ciclo constante de miedo e incertidumbre.

La Chala es el sector de Los Freddy Krueger, agrupación liderada por alias Cuyuyui. Sus familiares residen en esta zona.FRANCISCO FLORES

“Siempre hubo robos y asesinatos, pero nunca como ahora. Hoy en día vemos a jóvenes en motos, bicicletas e incluso a pie cometiendo crímenes. Ya no se puede salir a cualquier hora, preferimos hacerlo cuando ha amanecido o antes de que anochezca. Incluso da miedo hablar”, confiesa Maribel con preocupación.

La inseguridad ha obligado a su familia a modificar sus hábitos. Su esposo, comerciante de ropa en el centro de la ciudad, extrema precauciones para evitar ser víctima de la delincuencia. “Siempre está alerta, evita quedarse hasta tarde en el negocio y toma rutas seguras al regresar a casa”.

La dinámica del barrio también ha cambiado. Antes, los niños jugaban en las calles y los vecinos conversaban en las esquinas. Actualmente, las puertas de las casas permanecen cerradas y la comunidad se ha sumido en un silencio de desconfianza. “Vivimos con el temor de que algo nos pase en cualquier momento”, lamenta Maribel.

Los Duendes: la banda rival

A pocas cuadras, en las calles Alcedo y la 24, cerca de un mercado, Armando enfrenta una realidad similar. Su sector está controlado por Los Duendes, rivales de Los Freddy Krueger. Ambas bandas han sido señaladas como responsables de la masacre de noviembre, en la que el padre de Cuyuyui fue asesinado y decapitado, desatando una espiral de represalias.

“Mientras ellos se enfrentan, nosotros no podemos trabajar con tranquilidad. Evitamos que nuestros hijos salgan de casa porque podrían ser víctimas colaterales de esta guerra territorial”, expresa con resignación.

En el sector conocido como el ‘callejón de la droga’ opera la banda Los Duendes.FRANCISCO FLORES
Los Freddy Krueger es una banda que opera en el sector de La Chala. Y en el extremo norte del distrito, una banda llamada Los Duendes”.Édison Molina, Jefe del distrito Portete

La violencia como norma

El teniente coronel Édison Molina, jefe del distrito Portete, advierte que la disputa entre estas bandas por el control del microtráfico ha desatado una escalada de crímenes. Entre los delitos más frecuentes en la zona se encuentran asesinatos, robos y extorsiones a comerciantes.

“La juventud se identifica con grupos dentro de su propio barrio, lo que provoca que operen sobre blancos selectivos. El 99 % de las muertes registradas están relacionadas con el microtráfico”, señala Molina.

La fragmentación de estas organizaciones ha generado nuevos frentes criminales. En noviembre de 2024 se reportaron 28 homicidios en el distrito Portete, muchos de ellos vinculados a enfrentamientos en la Penitenciaría del Litoral.

“Hemos identificado a Los Freddy Krueger en La Chala y a Los Duendes en el extremo norte del distrito. Estas bandas están conformadas por jóvenes de entre 17 y 21 años, algunos de los cuales han sido capturados portando incluso fusiles. Pero en este sector también encontramos (miembros de Los) Choneros, (Los) Lobos”, especifica el jefe policial.

Estas bandas son grupos de delincuencia organizada que se van separando de los grupos transnacionales, los cuales tienen un impacto internacional”.Johanna Espín

Socióloga y experta

en seguridad

Los sectores ribereños son los más afectados, pues se han convertido en corredores estratégicos para el tráfico de drogas. En estas zonas, la policía ha encontrado varias caletas con armas y estupefacientes.

El oficial destaca que la lucha contra estas bandas debe ser constante, ya que muchas surgen como disidencias de estructuras criminales más grandes, perpetuando así el ciclo de violencia en la ciudad.

“Cuyuyui tiene un amplio historial delictivo. En su momento, estuvo vinculado a Los Lobos, pero ahora lidera su propia organización. Los Duendes, por su parte, son señalados como responsables de la masacre del 12 de noviembre. Esta banda se originó como una pandilla en el suroeste de Guayaquil y actualmente es dirigida por un individuo conocido como Chilly Willy”, agrega.

En noviembre de 2024, tras la masacre en la Penitenciaría se produjeron ataques armados y con explosivos a los familiares de alias Cuyuyui y Chilly

La inseguridad produce miedo

Johanna Espín, socióloga y experta en criminología del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN) y de la Universidad de la Florida, analiza el impacto de la violencia en la dinámica social de los barrios afectados.

“La violencia transforma el uso del espacio público, esencial para la construcción del tejido social. Cuando la inseguridad se apodera de una comunidad, las personas se aíslan y la vida se desarrolla puertas adentro. Como resultado, las familias se encierran cada vez más temprano, limitando sus actividades y restringiendo su movilidad”, explica Espín.

Según la experta, esta fragmentación de la vida comunitaria genera un círculo vicioso: la inseguridad produce miedo, lo que a su vez refuerza la sensación de desprotección y profundiza el aislamiento de los habitantes.

“En estos contextos, la gente suele buscar proteger los pocos espacios seguros que le quedan. Sin embargo, la simple presencia policial o militar no siempre es suficiente. Más que operativos de choque, se requieren patrullajes que generen una verdadera sensación de seguridad y permitan recuperar el uso del espacio público. No se trata solo de imponer medidas represivas, sino de reconstruir la confianza de la comunidad”, sostiene.

En el caso del suburbio de Guayaquil, donde la violencia y el miedo dominan el día a día, Espín considera que es fundamental actuar en dos frentes: enfrentar a las bandas criminales con inteligencia operativa y, al mismo tiempo, fortalecer la intervención social desde el Estado y los gobiernos locales.

“Estas organizaciones delictivas, aunque separadas de redes transnacionales, tienen un fuerte impacto a nivel local y nacional. Si la violencia se normaliza, es inevitable que las personas sientan temor, incluso en zonas que antes eran seguras. En algunos casos, el miedo extremo lleva a la migración interna, desplazando a familias que buscan refugio en barrios menos peligrosos”, advierte.

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