Tras 48 horas de que miembros de las Fuerzas Armadas tomaran el control total del Centro de Privación de Libertad de Cotopaxi, se evidencian los daños que causaron los internos en el último amotinamiento que inició el 8 de enero y finalizó el 14 de enero.

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Esto lo constató EXTRA en un recorrido por ese reclusorio. Pese a que las autoridades retomaron el control de ese centro, continúa cercado el ingreso. Policías y militares revisan minuciosamente los vehículos que ingresan y salen de la cárcel.

Al entrar al lugar se observa desde lejos como flamea la bandera tricolor entre los tanques y tanquetas que fueron utilizadas para el operativo de toma de control del centro Cotopaxi 1. La tarde de este martes 16 de enero de 2024 hubo una constatación de la situación del centro carcelario. 

El coronel Gustavo Iturralde, comandante de la Brigada Patria de Latacunga; el coronel Hugo Arroyo, comandante de la Policía en Cotopaxi y el gobernador de la provincia, Iván Navas, evidenciaron el trabajo que se ejecuta en la actualidad.

La revisión minuciosa de las personas que van a ingresar a la cárcel se efectúa en el filtro 1, mientras policías y militares vigilan los alrededores en una posición defensiva. En la zona de estacionamiento del filtro 1 de seguridad se evidencia la presencia de tres automotores, dos busetas y un bus que fueron ubicados de manera estratégica por los privados de libertad.

Según las autoridades policiales y militares, al interior de los vehículos había explosivos y cilindros de gas que podían ser activados por los presos en el momento que se realizaba una incursión violenta.

 

Las instalaciones del segundo filtro de seguridad, donde funcionan algunas áreas administrativas de la cárcel, quedaron como zona de guerra. Hojas regadas por los pisos y una destrucción total del mobiliario. En el techo de esta área los privados de la libertad ubicaron barricadas.

Aún este martes parecía la escena de una verdadera guerra. Ya en el patio que comunica a los diferentes pabellones se observa decenas de policías y militares, todos armados, que custodian el centro carcelario. Varios montículos de basura fueron recogidos por volquetas y retroexcavadoras.

 

La presencia de militares en los techos es una escena que se repite en los diferentes espacios y pabellones. Las autoridades ingresaron hasta el pabellón de mujeres. Varias reclusas ayudaban en las labores de limpieza, mientras que otras personas permanecían en sus celdas. En todos los rincones existía la presencia de militares y policías.

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Un equipo conformado por los miembros de Fuerzas Armadas y la Policía trabaja en la búsqueda de objetos prohibidos. En el primer día de intervención encontraron armas de corto alcance, alimentadoras, armas corto punzantes, municiones calibre nueve milímetros, bombas molotov, sustancias sujetas a fiscalización, celulares, explosivos, entre otras evidencias. Todo fue entregado a la Policía Nacional.

Una búsqueda exhaustiva se realiza en todo el perímetro del centro con la finalidad de encontrar las armas que fueron mostradas por los presos en el último amotinamiento. Una relativa paz es la que se vive en la cárcel.

Hasta el momento no se han retomado las actividades administrativas. Los funcionarios evaluaron los daños causados en sus equipos de trabajo y se unieron a las labores de limpieza.

En este centro fueron retenidos 46 guías y un funcionario del Servicio Nacional de Atención Integral (SNAI). 

La negociación estuvo a cargo de la mesa de seguridad del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Provincial. Una vez liberados los rehenes fueron trasladados hasta el centro de salud Patután donde fueron revisados los servidores que presentaban diferentes patologías.

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