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Opinión

Editorial: ¡El discurso de seguridad se cae!

Si la violencia sigue imponiendo su ley, nada cambiará. La ciudadanía quiere y necesita trabajar, y para eso requiere de seguridad

Plomo mata discurso. Así se puede resumir lo que ocurre en Ecuador: la reciente arremetida de la delincuencia con episodios de extrema violencia, incluso en una playa donde mucha gente disfrutaba en familia y a plena luz del día, deja, con mucho pesar para los ecuatorianos, un mensaje de terror mucho más poderoso que aquel emitido por el Gobierno sobre sus acciones contra la violencia.

Y con este golpe, el turismo y el comercio se resienten. No solo los visitantes extranjeros desisten de su visita, cancelando reservas en hoteles; también los ecuatorianos cambian el destino de sus vacaciones o limitan sus salidas, minimizando consumos en restaurantes y centros de entretenimiento, en especial en las noches.

El repunte delincuencial afecta sobre todo a los pequeños y medianos negocios, ya que la ciudadanía prefiere acudir a centros comerciales, donde se siente más protegida. A esta realidad se suman los apagones, restringiendo aún más la actividad productiva, comercial y de servicios, que viene desplegando grandes descuentos y promociones especiales para tratar de enganchar al consumidor, y que otra vez deberá adaptarse a nuevas circunstancias.

Si la violencia sigue imponiendo su ley, nada cambiará. La ciudadanía quiere y necesita trabajar, y para eso requiere de seguridad. ¡Ojalá el Gobierno lo entendiera!