Los conocedores del negocio de los alimentos repiten con frecuencia la expresión “la comida entra por los ojos”, destacando la importancia de una presentación apetecible. Sin embargo, esta frase pierde su valor cuando nos enfrentamos a las porquerías que se han encontrado en las cocinas de algunos restaurantes en Quito, Guayaquil y otras capitales provinciales.

En las últimas semanas, los operativos de control realizados por la Comisaría de Policía y personal de la Agencia de Vigilancia Sanitaria han dejado al descubierto el irrespeto con el que algunos negocios de comida tratan a sus clientes. Es inaceptable que los alimentos se preparen en entornos infestados de roedores e insectos.

Desde el almacenamiento adecuado de ingredientes hasta la higiene personal de los cocineros, cada aspecto de la cadena alimentaria juega un papel importante en la prevención de enfermedades transmitidas por alimentos. Es alarmante observar cómo algunos establecimientos descuidan estas prácticas básicas, no solo comprometiendo la salud pública, sino también traicionando la confianza de sus clientes.

Las autoridades deben mantener una vigilancia rigurosa y constante sobre todos los establecimientos de alimentos. Inspecciones regulares y la aplicación de sanciones severas a quienes reincidan en estas prácticas cochinas.