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Opinión

La boda de la discordia

La noticia de estos días en la capital ecuatoriana fue la del matrimonio del hijo del vicepresidente Alfredo Borrero con una modelo internacional. La preparación del evento, que se había dado con el mayor hermetismo posible, generó diversos comentarios y críticas, digno de un evento netamente ‘socialité’, que movilizó a un arsenal de personas para que dicha boda sea como un mismísimo cuento de hadas.

El descontento de algunos ciudadanos se dio por el desplazamiento de mendigos y vendedores ambulantes que no aportaban con la estética de algunas postales matrimoniales. Y no es que la gente estaba en contra de que se limpiara la plaza San Francisco. No, la molestia estaba en el porqué se lo hizo: a pedido de la planificadora de la boda. Y en las acciones que se llevaron: No solo se limpió el área de la plaza con agua para sacar la suciedad de la caca de las palomas y las cucarachas, sino que además del desalojo de los mendigos se cerró un área aledaña.

Lo que es cierto es que esta boda, celebrada con bombos y platillos, puso al país en boca de muchos. Desde el lado aludido, se ‘vendió’ la idea de que es una forma de promocionar al país turísticamente, donde se puede pasear, conocer, comer rico e incluso hasta casarse. Ojalá este evento atraiga turistas que ayuden a reactivar este sector que durante toda la pandemia la han visto dura por tantas restricciones.

Ah, y que la limpieza en la plaza se repita una y otra vez y no haya que esperar otra boda de este calibre para esto se dé.