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Quito: Cadáver de un joven lleva 17 días insepulto
El padre pensó que su esposa lo había enterrado. Quedó devastado cuando supo que el cuerpo de Tontón se estaba pudriendo en una vivienda. Los vecinos no toleran el olor.
Patricio Molina se fuma un tabaco. Aguarda sentado en un muro de piedra. Pensativo. Dentro de una casa despintada, de la calle Rocafuerte, está el cuerpo de David, su penúltimo hijo. Putrefacto.
Molina aspira ese olor a muerte. A abandono. Cuenta con los dedos. Enseguida arroja un número: 17 días han pasado desde que el cadáver de su muchacho, de 24 años, dejó la morgue de Quito. “Firmé el acta de defunción y la mamá me dijo que lo iba a enterrar. Pero no lo ha hecho”.
Ayer por la mañana. Fue un ‘pana’ quien le contó a Molina que los restos de su hijo se estaban pudriendo en una casa abandonada de San Roque, en el centro de la capital. Quedó devastado.
Narra que la ‘huesuda’ le ha ‘arrancado’ a tres de sus seis hijos de los brazos. En pandemia, dos mayores murieron tras el colapso de una vivienda.
Ahora es Tontón –como llamaban en el barrio al chico– quien lo deja. Lo vio hace unas semanas. David parecía enfermo. Su padre le preguntó si había comido y le dijo que le ‘cayera’ a su casa (en ese mismo sector) para conversar un rato. Jamás llegó...
De aquí para allá
Hace una semana, Molina pensaba que David ya había sido sepultado. Hasta que le avisaron que su cuerpo estaba siendo velado en la casa barrial de San Roque. Allí permaneció cuatro días en un ataúd donado.
Mientras tanto y, según los residentes del lugar, su madre hizo una colecta para rentar un nicho en un cementerio de la localidad.
Pasaron los días, pero no lo inhumaron. Y cuando la mujer tuvo que ceder el salón comunal para el funeral de otra persona, tomó la cajita de madera con su hijo y se la llevó hasta la vivienda abandonada, en la que, al parecer, ella duerme.
“Le dieron dinero, pero dicen que la señora se lo gastó en trago”, relata Maite Palomo, una vecina de la zona.
Ayer por la mañana no había rastro de la madre del fallecido. La buscaron por el mercado, en la cantera y hasta en la plaza. Se la había ‘tragado’ la tierra.
Abandonado
Una cadena asegurada con alambre custodia la habitación en la que permanece el cuerpo del chico. Abandonado, inerte, descompuesto. Pero no siempre estuvo cerrada. Algunos vecinos entraron. Querían verlo, hacer una plegaria por su alma y otros, más avezados, hasta tomarle fotos.
A Blanca Tapia le entristece el infortunio de Tontón. Nadie merece ese desenlace, asegura. Y en medio de tanta pena, la residente de San Roque confiesa que no ha sido fácil lidiar con la peste. No tolera la fetidez que emanan los restos del chico y espera que “por humanidad” alguna autoridad se haga cargo para darle cristiana sepultura.
Las denuncias
Lorena (nombre protegido) lleva días llamando a los números de emergencia para notificar lo ocurrido con el cadáver de David. Nadie responde. Hasta ayer cuando una brigada, que brinda apoyo a los habitantes de la calle, se acerca a la casa despintada. Tiene buenas intensiones. Sin embargo, sin una orden no puede disponer de un cuerpo ajeno. “Lo ideal sería que lo entierren, aunque sea en una fosa común, pero no debe quedarse aquí. Es un problema hasta de salubridad”, precisa Lorena.
Los brigadistas la escuchan. También llaman a los números de emergencia. Por horas las instituciones se ‘botan la pelotita’, pero nadie acude.
Al fin llega la Policía. Cerca el edificio con una cinta amarilla. En la calle Rocafuerte ya todos se han ido. Solo queda Molina. Sentado en el muro de piedra se fuma un último cigarrillo. Mira la casa. Se despide con la cabeza y le promete a su hijo que volverá.
Tienen que enterrarlo lo antes posible
La fiscal Thania Moreno conoció el caso y detalló que cuando un fallecido no ha sido sepultado, la Policía tiene que intervenir rápidamente. “Si ya se cumplieron los protocolos de llevarlo a la morgue y, luego, entregarlo a la familia, pero aún así no ha sido inhumado, entonces se debe avisar a las autoridades sanitarias.
Moreno detalla que los agentes tienen que informar a la Comisaría de Salud o al Ministerio de Salud Pública (MSP) para que lo sepulten.
Además, tienen que hacerlo lo más pronto hasta para prevenir enfermedades, según Paula Vernimmen, doctora especializada en Medicina Legal y Criminalística y Psiquiatría.
“Debemos comprender que al tercer día un cadáver empieza a descomponerse, lo que genera una gran cantidad de bacterias y microorganismos que afectan a la salud de las personas, tanto de quienes convivieron con el cadáver como de los vecinos”.