Con más de 22 orificios quedó el cuerpo de Erick Rivas, quien caminaba por uno de los callejones de la ciudadela 24 de Mayo, oeste de Machala, provincia de El Oro, luego de ser asesinado con una ráfaga de disparos, ayer, 19 de enero.

“Hijo mío, no me dejes”, gritaba la madre del joven, mientras lo abrazaba. Ella dijo a la Policía que él no tenía amenazas, pero reconoció que andaba con ‘malas juntas’. Piensa que por ahí viene el ataque.

“Lo dejaron como a un cedazo con tantos disparos”, mencionaban los vecinos de ese sector. Un morador indicó que estaba desayunando, es más ya se iba al trabajo, cuando de repente oyó las detonaciones e inmediatamente agarró a sus hijos y los agachó para que no les caiga una bala perdida.

“El chico estaba caminando, al parecer ya lo venían 'cazando'. Los asesinos esperaron que entrara a esta calle estrecha para matarlo”, mencionó el testigo, quien prefirió omitir su nombre.

“El occiso tiene más de 20 orificios de balas, se aseguraron de que muriera”, dijo el coronel Gabriel Villavicencio, jefe de la policía de Machala.

El personal de Criminalística recogió los indicios balísticos de la escena del crimen. Mientras que la Dirección de Muertes Violentas (Dinased) realizó un barrido de cámaras para identificar a los victimarios.

La Policía tiene como hipótesis el ajuste de cuentas por la lucha de territorio de droga. Por ese sector de Machala, en lo que va del año han ocurrido dos muertes violentas que estarían relacionadas.