“Dime que es mentira, ñaña... ¡Por favor!”, gritaba desconsolada una joven mujer al enterarse de que su mejor amiga, con quien compartía la calle y las sustancias estupefacientes, había sido asesinada. Se lanzaba al piso, quería abalanzarse sobre la ambulancia de Medicina Legal, se halaba los cabellos... No sabía qué más hacer para expresar su dolor.

Sus gritos fueron escuchados por todos los habitantes de un pequeño plan habitacional que está entre la avenida Casuarina y la cooperativa Sergio Toral, en el noroeste de Guayaquil. En ese sector, entre unos matorrales que están junto a una zanja, fue encontrada sin vida Linda Morella Valle Chichande, de 26 años.

Su padre, Miguel Ángel Valle, contó que su hija llevaba algún tiempo sumergida en el consumo de drogas, pero sí había mostrado la voluntad de dejar ese mundo, pues hace aproximadamente tres meses salió de un tratamiento en un centro para adicciones. Sin embargo, en la calle volvió a ser atraída por el vicio.

Por eso, ella prefería estar alejada de los suyos, junto a sus amigos consumidores, aunque últimamente convivía con un individuo conocido como Kléber.

Es de él que los familiares sospechan, porque la víctima fue hallada con marcas de golpes y aún no se descartaba si fue sometida a otro tipo de violencia, pues los peritos se encargarían de determinar si fue estrangulada o no, comentó el papá de la fallecida.

El progenitor acotó que, de acuerdo a una testigo, la pareja de su hija, con el apoyo de otros dos tipos (uno de ellos apodado Sopa), habrían asesinado a Linda Morella.

Esa información fue entregada a los investigadores, para que los busquen, porque hasta la pareja habría desaparecido tras el crimen.

Último desayuno, última fumada

La amiga de Linda, quien llegó al sitio del suceso, dijo, entre gritos de dolor, que ella había compartido parte de los últimos momentos de la víctima, cerca de las 05:00 del lunes 12 de septiembre de 2022.

“Ella desayunó conmigo. Estaba ahí fumando... Ella dijo que quería cambiar, que ya estaba cansada de estar fumando (...) Quería dejar las drogas”, decía entre clamores.

Y concluyó que, la última vez que la vio, Linda “puso unos cojines ahí (señalaba un área del piso) solita, se puso a fumar...”.