La experiencia de la cantante Anghela Roncancio con el licor no ha sido muy agradable, ya que siendo una niña le dieron a beber con engaños. Tuvo que pasar una década para que ella volviera a pegarse una ‘chupa’ y recuerda una ocasión que se metió a un desfile y le quitó el tambor a un músico para tocarlo ella. De ahí, unos familiares tuvieron que sacarla a la fuerza.

(Te invitamos a leer: Aunque te duela: Tábata Gálvez se fue de Agárrate, ¿bienvenida Carolina Jaume?)

Tenía 10 años y fue en el matrimonio de mi mamá, cuando un familiar me dio champán con el cuento de que era una cola nueva y que podía tomar un poco. Me dio un vaso y claro como era dulce y tenía burbujas, tomé otro y otro vaso, como era tan pequeña no sabía que eso me iba a marear y yo pensaba que era solo cola. 

No fue nada agradable para mi, era solo una niña. Después me he puesto a llorar y mi mamá no sabía qué me pasaba, hasta que me vio rara y se dio cuenta. Como era de esperarse, se enojó mucho con la persona que me dio el champán, lo regañó y le dijo de todo.

De ahí volví a probar licor cuando tenía 20 años de edad. Debo decir que no soy de tomar mucho, antes lo hacía pocas veces, pero en la actualidad prefiero casi no tomar, no es necesario para divertirse o pasarla bien.

Cuando tomaba siempre escuchaba un buen pasillo, un valse o una buena ranchera, todas canciones cortavenas y las cantaba a todo pulmón.

Pienso que es mejor tomarse un buen vino en pareja, pero en un lugar hermoso y romántico, con buena música y junto al calorcito de la chimenea.

Me gustaría ser el mejor Baileys, delicioso, dulce y adictivo como yo. (Risas)

Estaba en una reunión con amigos y familiares en una ciudad pequeña. Nos reunimos en la casa de un pariente y en lo mejor de la farra decidimos salir a las fiestas del pueblo. Yo estaba un poco mareada y claro, el viento más el licor que nos daban hicieron lo suyo. 

(No te pierdas: Samantha Mieles no dudaría en hacer películas para adultos: ¡La Mia Khalifa criolla!)

Yo no lo recuerdo, pero me cuentan que le he quitado el tambor al de la banda, que me puse a tocar y desfilaba con el grupo, los animaba y como si fuera poco también le quité a otros los instrumentos musicales, hasta que mis familiares lograron sacarme de ahí y me llevaron al carro. Ahí me he puesto a llorar hasta que me quedé dormida. Al otro día la vergüenza me mataba, por suerte era gente que no me conocía. (Risas).

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!