Richard Carapaz demostró por qué es uno de los mejores ciclistas a nivel mundial al sumar su tercer triunfo en una etapa de la Vuelta a España. El tricolor se convirtió en el primer latinoamericano en conseguir este registro en las grandes vueltas, con lo que cerró su aventura con el equipo británico Ineos Grenadiers.

Pese a que el objetivo inicial de Richie era ganar la ronda española, problemas de salud y una caída previos a la competencia, hicieron que tenga complicaciones durante la primera semana de la carrera.

Una vez recuperado, pero ya lejos de la clasificación general, Carapaz se puso como objetivo ganar etapas, y lo hizo en grande. Además, le llegó un premio extra al tomar el liderato de la clasificación de la montaña, que lo ratificó el sábado 10 de septiembre al atacar en los duros puertos de la etapa 20, y que el domingo 11, tras cruzar la meta en Madrid, será coronado como el rey de los ascensos.

“Es la mejor de las tres victorias. He corrido a mi estilo, siendo muy inteligente, moviéndome en el momento en el que tenía que moverme. Demostré el corredor que soy”, destacó Richie.

LO TENÍA CLARO

La Locomotora del Carchi tenía claras las sensaciones que la última jornada de montaña sería su gran día. Y así se lo confesó al masajista Marek Sawicki, con quien ha forjado una gran amistad. “Sabía que era un día especial. Había hablado con mi masajista antes de la etapa y le decía que hoy es el día”, confesó emocionado Carapaz.

El polaco Sawicki se ha convertido en compañero inseparable de Richie y quien lo recibía feliz en la meta para refrescarlo en las tres victorias que ha tenido en la Vuelta. Hasta lo visitó durante sus entrenamientos en las carreteras del Carchi.

Será una de las personas que extrañará la próxima temporada cuando el tricolor forme parte del EF Education EasyPost norteamericano. “Estoy un poco triste porque nos separamos con Richie, que es una persona a la que es difícil no querer. Le deseo lo mejor en su nuevo equipo”, afirmó Sawicki.

Por su parte, Carapaz analizó que asegurando el maillot de pepas azules, como rey de la montaña de la Vuelta a España, fue la mejor forma de cerrar su ciclo de tres años con Ineos Grenadiers, con el que obtuvo podios en el Tour de Francia y el Giro de Italia.