Uno de los actores claves en el Mundial de Cuarenta es el juez. Entre los encargados de impartir justicia en las partidas resalta Patricia Pasquel, quien es la única mujer que cumple con esta labor.

“Fui la primera mujer en ingresar a la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP) gracias a una invitación de Edgar Villarroel Caviedes, quien era mi jefe y era directivo del gremio. Me propusieron también ser jueza del Mundial de Cuarenta y me fueron instruyendo”, recuerda.

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Ya lleva 37 años como jueza y es una de las más queridas por los participantes en el torneo organizado por la APDP.

“Las reglas no son complicadas, es un juego que se practica en casa. Es más fácil aquí porque jugamos todo con dos puntos, a diferencia de otros lugares donde se da diferente puntaje a las caídas, por ejemplo a las rondas (tres cartas iguales)”, comenta Patricia.

Rememora su estreno en el Mundial y confiesa que tenía un poco de nervios. “Tenía recelo. Me acompañó Manuel Pavón, quien me daba ciertos tips. Fui aprendiendo y los nervios fueron desapareciendo”.

Pasquel es feliz en cada juego que dirige. Su experiencia le ayuda a conocer a los jugadores y también a sumar varias anécdotas.

“Hace unos siete año había un jugador de Manabí al que le apodamos el Brujo, porque cuando estábamos repartiendo las cartas él tenía seis naipes, uno se lo sacó de la manga del saco. Hay muchos que se tocan la nariz, la oreja o hacen varios gestos en las manos, por eso les hacemos jugar con las cartas abajo”, relata.

UN GRAN COMPROMISO

Patricia llega desde Imbabura, donde trabaja en una radio, para ser parte del Mundial. “Soy feliz porque vengo a compartir con mis compañeros de la APDP. Mi familia ya sabe que la última semana de noviembre o la primera de diciembre yo estoy en el Mundial. Mi hijo me apoya y me ha acompañado varias veces”, destaca Pasquel.

Con orgullo, cuenta que los participantes piden “que le pongan con la juecita” y que en cada partida “uno se ríe con los dichos y se entretiene”. Además, que la clave para ganar en el cuarenta “es tener una gran retentiva y, claro está, no puede faltar la sal quiteña”.

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