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La columna de la ex: ¡El tacaño de mi jugador!
Verdades que salen a la luz del mundo del fútbol ecuatoriano.
La verdad, cuando llegó a jugar en Barcelona no teníamos la buena economía y cuando el ‘ingeniero’ le firmó el contrato con el megasueldo... ¡fue como si la lotería hubiese llegado todos los meses a la casa! Pero en realidad solo fue un sueño.
Apenas llegó a su nuevo equipo, pensé que en el primer mes íbamos a cambiar de vida. Soñé en los lindos muebles que había visto en fotos y en aquel aparador que estaba precioso.
Pero resulta que mi marido/jugador había sido un tacaño escondido.
No gastaba, porque no tenía dinero. Se dedicó a guardar y guardar dinero, creo que habría sido un personaje perfecto para la serie ‘Tacaños extremos’. Era tan tacaño que mi casa, durante dos años que duró su estancia con la camiseta amarilla, se convirtió en el segundo camerino.
Las cosas que llegaron a casa y tenía que ver con el equipo fueron las siguientes, y es para reírse, pero es real: dejó de comprar jabón para bañarse, porque traía en unas fundas plásticas el famoso jabón líquido que le daban.
Nuestra ropa de casa, todo era con escudos y números, era como si íbamos a un entrenamiento cada día.
Una vez llevó hasta unos polvos que se transformaban en jugos, con tal de no gastar.
La verdad que yo estaba cansada. Nunca podré olvidar, aquella parrillada que hicieron en la concentración y pidió para llevar para ahorrarnos la merienda.
Pero él sabe que por eso lo dejé, hoy seguro que estará leyendo y sabiendo que un día le dije que se lo contaría a todos.
Ahora no me arrepiento. Sé que todavía sigue ahorrando y no sé para qué, ya tiene 55 años y todavía se pone las camisetas de entrenamiento de los años 90...