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Ella sabe muchos secretos.Extra

La columna de la ex: Mi emelecista que amaba Barcelona

Tarde o temprano se sabe la verdad de todo. 

Soy hincha de Emelec de toda la vida. Adoro al Bombillo. Cuando conocí al amor de mi vida (¡ojo! lo es y será para siempre), los dos íbamos al Capwell. Él era hincha azul 100 %, pero jugaba en un equipo de segunda categoría del Guayas, que entrenaba al norte de Guayaquil.

La vida nos llevó a vivir en Manabí y él llegó a jugar en un equipo de allá, pero como era un elenco de fuera de Guayaquil, nosotros seguíamos siendo del Bombillo.

La verdad es que mi amor no se tenía fe y pensaba que jugar en equipos llamados pequeños era todo. Yo le decía que soñara en grande, que podía llegar al Emelec o por qué no, a Barcelona. Todavía recuerdo que ese día me dijo que él soñaba en Emelec, Liga de Quito o Independiente del Valle. Pero solo era una locura, creía que no podía pasar a un elenco grande.

Pero nadie sabía lo que se venía. Hasta Manabí llegó un señor alto, de barbas y le dijo que era directivo de Barcelona... ¡sí!, de Barcelona, y que lo quería tener a mi marido en el equipo amarillo.

El sueldo iba a ser 20 veces más de lo que ganaba en Manabí. Aquella noche mi esposo se volvió loco, me dijo que regale todas las camisetas que tenía de Emelec, que borre fotos de las redes sociales, pidió a un amigo periodista de Manabí que si podía borrar las dos notas que le había hecho, donde confesaba que era emelecista de corazón.

Pasaron los meses y mi amor era más amarillo que los de la Sur Oscura. Se hizo barcelonista, yo lo apoyo en todo, pero en mi caso sigo siendo azul.

Una vez peleamos en casa y, en vez de tratarlo mal, le dije que iba a confesar que él era un emelecista que se vestía de amarillo. Eso fue suficiente e hizo como si nunca habíamos peleado.