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Templo destruido en Quito por la granizada: Ay, Diosito, ya cierra la llave

Fieles de la iglesia cuentan con tristeza cómo se derrumbó la estructura. Desgracia con felicidad, dicen, porque no hubo heridos.

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Pablo Vargas muestra los daños tras el aguacero.GUSTAVO GUAMÁN

A la iglesia cristiana Soplo de Vida, situada en el sur de Quito, le salían chorros de agua por la fachada... El granizo se estaba derritiendo con el sol de la mañana y, como desfogue, habían hecho unos huecos en la pared. Mientras tanto, sus fieles, a los pies del templo, veían con tristeza lo que el aguacero del martes pasado había causado allí.

A las 16:00 aproximadamente de aquel día, contó Pablo Vargas, uno de los 300 miembros activos de la iglesia, empezó la tempestad. 20 minutos de granizada sin parar. “Parecía que no iba a cesar”, dijo. En ese lapso, el techo metálico que cubría el templo se fue abajo. “Gracias a Dios no había gente allí”, asintió el hombre.

Rocío Hernández, pastora de Soplo de Vida, contó que los cultos son los miércoles, sábados y domingos, y por eso no había nadie. ¡Desgracia con felicidad! Su hijo vive allí, es pastor de los jóvenes, pero en esta ocasión él y su familia habían salido al centro de la capital. Cuando regresaron se enteraron de todo lo que había pasado.

Hasta entonces, los bomberos, ante la llamada de los vecinos, ya habían llegado para cortar la energía eléctrica y verificar si no había heridos. Y reportaron el colapso por Twitter. El 3 de agosto de 2022 en la mañana, hasta las 10:30, no habían vuelto al lugar.

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Gladys Dorado afuera de la iglesia.GUSTAVO GUAMÁN

Pérdidas

Hernández ni siquiera calcula cuántas son las pérdidas, pero sí detalló que han sido los fieles los que han levantado el templo, que lleva más de 10 años allí, en La Gatazo, pero dijo que la iglesia fue constituida hace 18.

Han podido rescatar algunos aparatos, como televisores o también instrumentos musicales. El techo, partes de cemento y la estructura metálica seguían inestables. Incluso, quienes ingresaban lo hacían con cascos.

Hernández espera que alguien pueda ayudarlos.

A un ladito estaba Gladys Dorado. Es miembro de la iglesia desde hace cuatro años y llegó desde Quitumbe (a una hora en bus) para colaborar. “Me dio mucha tristeza, pensar que el domingo nomás estuvimos aquí reunidos y ver que nuestra casa de oración se fue abajo”. Por el momento, saben que los cultos están suspendidos en aquel lugar.