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En el centro, Evelyn Regalado muestra una de las pancartas del proyecto.Henry Lapo

“Perdí un seno, pero no mis sueños”

‘Guerreras’ se reunieron para exigir medicinas y tratamientos oportunos.

Evelyn Regalado tiene 28 años. Hace nueve meses le detectaron cáncer de mama. Hace unos 45 días le extirparon el seno izquierdo. Y sobre aquella señal, un equipo de profesionales pintó ayer hojas con tallos junto a cristales preciosos... Para ella, esta no es solo una marca de su enfermedad. Es una cicatriz de honor.

Como Evelyn, otras ocho mujeres de siete provincias del país también mostraron las pinturas y debajo de estas sus huellas. Hablaron de sus diagnósticos y sobre todo alzaron su voz para que las autoridades no se olviden de quienes padecen cáncer, de sus medicinas, del acceso a la salud, etc.

La Fundación Jóvenes contra el Cáncer, encargada del evento en Quito, recordó que octubre es el mes de la sensibilización sobre el Cáncer de Mama, y que contribuye a aumentar la atención y el apoyo para la detección precoz. Además, su director, Gustavo Dávila, hizo hincapié en la falta de medicamentos, la importancia del tratamiento oportuno y en el tema de los carnés de discapacidad. De una muestra de 143 ‘guerreras’, solo 2 de cada 10 mujeres lo poseen.

El alcalde Jorge Yunda, quien también estuvo presente, admitió que una mejor calidad de vida es responsabilidad de todos, pero especialmente de las autoridades. Y por eso la importancia de proyectos como Cicatrices de Honor, cuya tercera edición tiene un enfoque claro según Evelyn: “Queremos demostrar a las chicas que no deben caer, no se den por vencidas... sí, es duro, lloramos, pero seguimos siendo mujeres lindas”.

Ella, nacida en Tulcán, vive en Quito por su tratamiento. Busca trabajo como parvularia, pero aseguró que le han hecho de menos por la enfermedad. En su familia nadie la ha padecido. “El doctor dijo que mi cáncer fue de mala suerte... no es genético ni hormonal”.

Daysi Castillo mientras la pintan. Su lema: “Esforzarme y ser valiente”.Henry Lapo

Para Yéssica Tamayo, de 28 años, sus padres y Dios fueron el mayor apoyo. “Perdí un seno, pero no mis sueños”, dijo la mujer, quien padece tres años este mal.

Otra problemática que salió a la luz es la falta de profesionales en provincias. Por ejemplo, Jane Andrade, de 39 años y nacida en Esmeraldas, debió viajar a Quito –porque en la localidad no había ni siquiera un mastólogo (estudio de las glándulas mamarias)– para que pudieran diagnosticarle la enfermedad y luego tratarla.

La pandemia agravó aún más la situación de muchas mujeres en los últimos meses. Dávila comentó que pacientes que se hacen tratar en Guayaquil o en la capital debían trasladarse, pero era sumamente complicado. Carreras de taxis cobraban hasta 130 dólares de una ciudad a otra.

Por eso, como última petición fue que se construyan más centros oncológicos en las regiones del país.